El euro digital acelera su desembarco en la economía. Consciente del impulso que otorgó la pandemia de la Covid-19 a la llegada del dinero digital, los pagos mediante tecnologías como la NFC, que permite digitalizar las tarjetas con el móvil, y aplicaciones como Bizum, el Banco Central Europeo (BCE) comenzó su proyecto de creación de un igual al dinero físico.
Una vía, que aunque se mantiene todavía en auge, se va desinflando con celeridad. La digitalización, prácticamente a todos los niveles, es imparable. Cada vez se toca menos el dinero físico. Es cierto que el pago con tarjeta se ha convertido en la forma de pago preferida (48,3%) por los españoles, pero tras él, se ubica el pago tradicional, con monedas y billetes.
"Los principios básicos de diseño de un euro digital avanzan satisfactoriamente”, afirmó reciente Christine Lagarde, la presidente del máximo organismo monetario continental, al tiempo que recalcó que el proyecto para acabar dando a luz a la opción adicional y complementaria está “relativamente avanzada”. "El efectivo seguirá estando disponible en la zona del euro. Un euro digital funcionaría en paralelo al efectivo y daría respuesta a la creciente demanda de los consumidores de pagar digitalmente, de manera rápida y segura", aclara el BCE.
Es decir, el euro digital no llegará para sustituir al físico, si no para convivir con él. Una vuelta de tuerca más a su progresiva deriva virtual. El mismo euro, pero representado de forma digital. Sobre esa idea han acelerado la maquinaria en el último año el BCE junto a la Comisión Europea, el Parlamento Europeo y los ministros de Finanzas de la zona euro. Empresas como Amazon o CaixaBank también trabajando codo a codo en la fase de investigación.
Qué es el euro digital
¿Será similar a las criptomonedas? Se pregunta una gran mayoría en el debate social generado en las redes, que trata de avistar las consecuencias que tendrá en el día a día de los ciudadanos europeos. Lejos de ser similar al funcionamiento del bitcoin y el ethereum y su alto riesgo y volatilidad, que ha propiciado el hundimiento reciente de su cotización y valor bursátil, se concibe un euro digital accesible, democrático, polivante y seguro, a rasgos generales.
Tal y como se encarga de eplicar la web del BCE, se trata de "un medio de pago electrónico que cualquier persona podría utilizar en la zona del euro". Además, "seguro y fácil de usar, al igual que el efectivo en la actualidad", al ser el BCE directamente quien la emita. Esto es otra de las grandes diferencias, ya que, actualmente, al utilizar Bizum, por ejemplo, ese pasivo está detrás de los bancos comerciales (CaixaBank, por señalar alguno). Asimismo, "constituiría un ancla para la estabilidad de los sistemas de pago y de los sistemas monetarios".
Euro digital: cuándo llega
El BCE, en pro de asegurar un método de pago digital público que sirva de alternativa a los actuales privados, inició este proyecto de investigación en 2021. Esta fase de prueba y error y redacción de la pertinente legislación para la posterior implementación a través de un prototipo regulado se espera que se extienda hasta 2023, cuando será el Eurosistema el que decidirá si se sigue o no con el proyecto.
El ‘no’ es altamente improbable. Así que, a pesar de que en un principio se había señalado el 2026, este último mes se ha conocido que se acelerará con tal de que entre en vigor en 2025. Así lo señaló el director financiero de la UE, Mairead Mcguinnes. Ahora mismo, por ejemplo, se calibra cómo convivirá con el euro que gestionan los bancos privados.
Cómo se usará el euro digital
Que será emitido y controlado por el BCE no será uno de las únicas consecuencias. ¿Cómo será pagar con el euro digital? "Podría utilizarse una tarjeta o una aplicación en el móvil para pagar con euros digitales", avanzó el BCE, que indicó que los usuarios que quieran acceder al sistema deberán identificarse. Sin embargo, ha puntualizado que “podrían mantenerse diferentes grados de privacidad para sus pagos".
La seguridad, al respecto, será otro de los asuntos prioritarios: “No se compartirán datos con terceros a menos que sea necesario para prevenir actividades ilícitas", también indicaron. De esta manera, la privacidad se blindará protegiendo "diferentes tipos de datos, incluidos la identidad del usuario, los datos de cada pago (por ejemplo, su importe) y los metadatos de la operación (por ejemplo, la dirección IP del dispositivo utilizado)".
Pero Lagarde descartó el anonimato completo, lo que abriría las puertas a la ciberdelincuencia. Hay que recordar que el dinero físico es más difícil de rastrear en cuanto a actividad ilícitas que el digital, que siempre deja rastro. "El anonimato completo, como el que ofrece el efectivo, no parece una opción viable en mi opinión. Contravendría otros objetivos de política pública como asegurar el cumplimiento de las normas contra el lavado de dinero y combatir el financiamiento del terrorismo”, avanzó.
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