La caída del dinero en circulación por primera vez en 13 años en la eurozona enciende una nueva alerta económica en los despachos del Banco Central Europeo (BCE). La reducción de la oferta monetaria tipo M3 que se ha producido por primera vez desde el año 2010, según los datos del Banco de España, anticipa una caída del crédito que dificulta más el proceso de recuperación económica continental en general y de todos los países europeos, con particularidad.
El dinero en circulación es la cantidad de billetes y monedas que hay en manos del público, es decir, de los agentes económicos que no son bancos ni el sector público. Este dinero forma parte de la oferta monetaria, que es el conjunto de medios de pago disponibles en una economía y que se compone de varios agregados, siendo el más amplio el M3, que incluye el dinero en circulación, los depósitos a la vista, los depósitos a plazo, los fondos del mercado monetario y otros instrumentos financieros líquidos.
Consecuencias de la reducción de la oferta monetaria
El dinero en circulación tiene una importancia especial porque refleja la demanda de efectivo por parte de los agentes económicos, que depende de factores como la confianza, las expectativas, la inflación, el nivel de actividad y el acceso al crédito. El dinero en circulación también tiene un impacto sobre la política monetaria, ya que es el único componente de la oferta monetaria que no depende directamente de las decisiones del BCE, sino que se determina por la interacción entre la oferta y la demanda de efectivo.
Según los datos del Banco de España, el dinero en circulación se redujo en un 0,4% interanual en julio de 2023, situándose en 93.468 millones de euros. Esta es la primera vez que se registra una caída desde diciembre de 2010, tras la última gran crisis financiera, cuando el dinero en circulación se contrajo un 0,1% interanual. Desde entonces, el dinero en circulación había mantenido una tendencia creciente, alcanzando un máximo histórico de 97.387 millones de euros en marzo de 2021.
En principio, este fenómeno puede tener efectos negativos, ya que indica una menor actividad económica y una menor inflación. Si la demanda de dinero es baja, significa que hay menos intercambio de bienes y servicios, y, por tanto, menos producción y empleo. Además, si hay menos dinero en circulación, el precio de los bienes y servicios tiende a bajar, lo que puede generar deflación, es decir, una caída generalizada y persistente de los precios. La deflación es peligrosa porque desincentiva el consumo y la inversión, y aumenta el valor real de las deudas.
¿Es posible que haya una nueva crisis financiera?
No necesariamente. O, mejor dicho, no de momento. La reducción del dinero en circulación no implica automáticamente una crisis financiera, sino que puede ser un síntoma de un enfriamiento de la economía o un cambio en los hábitos de pago. Sin embargo, es importante estar atentos a otros indicadores que puedan señalar un deterioro de la situación económica y financiera, como el crecimiento del PIB, el nivel de desempleo, el déficit público, la deuda externa o la morosidad bancaria.
¿Qué explica esta reducción del dinero en circulación?
Hay varios factores que pueden estar detrás de este comportamiento. Por un lado, la recuperación económica tras la crisis sanitaria ha impulsado el uso de medios de pago electrónicos, como las tarjetas o las transferencias, que reducen la necesidad de efectivo. Por otro lado, la inflación, que ha alcanzado su nivel más alto desde 2008, ha erosionado el poder adquisitivo del dinero y ha incentivado el ahorro o la inversión en activos reales o financieros que ofrezcan una rentabilidad positiva. Además, la política monetaria expansiva del BCE ha mantenido unos tipos de interés muy bajos o negativos, lo que ha desincentivado la demanda de efectivo por motivos especulativos o precautorios.
La reducción del dinero en circulación tiene unas consecuencias relevantes para la economía española. Por un lado, implica una menor presión inflacionista, ya que hay menos dinero disponible para comprar bienes y servicios. Por otro lado, anticipa una caída del crédito bancario, ya que hay menos reservas disponibles para prestar a los agentes económicos. Esto puede suponer un freno para la inversión y el consumo, y por tanto para el crecimiento económico.
En definitiva, el dinero en circulación se ha reducido por primera vez en 13 años y esto puede tener unas implicaciones negativas para la economía española. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este dato puede ser coyuntural y no reflejar una tendencia estructural. De hecho, el BCE prevé mantener su política monetaria acomodaticia hasta que se consolide la recuperación y se alcance su objetivo de inflación. Además, el Gobierno español cuenta con los fondos europeos para impulsar la transformación productiva y social del país. Desde el organismo presidido por Christine Lagarde se mantienen alejados del pesimismo y el alarmismo y planean anunciar otra subida de tipos de interés en septiembre.
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