Los precios de los combustibles fósiles más consumidos continuarán al alza. Al menos, en el horizonte más cercano. ¿Cuándo dejarán de subir el precio del diésel y la gasolina? Es la gran pregunta que se formula entre la población desde el fuerte aumento experimentado en los últimos meses, alcanzando niveles récord en muchos países. Sobre todo, tras la supresión del descuento estatal en los combustibles para la generalidad de la población. ¿A qué se debe esta tendencia alcista? ¿Es temporal o permanente? ¿Qué consecuencias tiene para los consumidores y el medio ambiente? Parece que ya hay fecha de bajada.
Desde comienzos de 2023, los precios de los principales combustibles fósiles se han disparado. Según el Boletín Petrolero de la Unión Europea, el precio medio de los carburantes ha encadenado once semanas consecutivas de subidas, con lo que acumula un encarecimiento de hasta el 16% desde el inicio del verano. La gasolina se sitúa en 1,751 euros por litro y el diésel en 1,668 euros por litro, los niveles más altos desde finales de 2022 y principios de febrero, respectivamente.
Estos precios también se ven afectados por los impuestos que gravan los combustibles en España, que son superiores a la media europea. Llenar un depósito medio de 55 litros de gasolina cuesta actualmente unos 96,3 euros, mientras que el de diésel supone unos 91,74 euros.
Escasez de petróleo: el principal motivo del aumento de los precios
La principal causa del encarecimiento de la gasolina y el diésel es el aumento de la demanda mundial de petróleo, que es la materia prima de estos productos, representando el 40% de su composición. Se cotiza en los mercados internacionales y está sujeta a la oferta y la demanda, así como a factores geopolíticos, climáticos y especulativos. En los últimos meses, el precio del petróleo ha subido debido a la recuperación económica tras la pandemia, que ha aumentado la demanda de energía.
Además, las sanciones impuestas por Estados Unidos a Rusia, uno de los mayores exportadores de petróleo, han presionado al alza el precio del crudo. Al mismo tiempo, la oferta de petróleo se ha visto limitada por las restricciones impuestas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y sus aliados, como Arabia Saudí, que han acordado reducir su producción para mantener los precios altos. La guerra en Ucrania y las tensiones geopolíticas en Oriente Medio y el riesgo de interrupciones en el suministro por conflictos o desastres naturales también han influido en el mercado.
La escasez de petróleo y el aumento de su precio son consecuencias de las limitaciones que existen para extraer y producir este recurso. Estas limitaciones generan un efecto en cadena que afecta a los combustibles derivados del petróleo, como la gasolina o el diésel, que se encarecen cada vez más.
Además, se ha alertado en varias ocasiones de que estamos cerca de alcanzar el ‘peak oil’, es decir, el punto máximo de producción de petróleo a nivel mundial, a partir del cual empezará a disminuir. Esto provoca incertidumbre e inestabilidad en los mercados del crudo, que tienen un valor muy variable. Aunque la demanda de petróleo y carbón sigue siendo muy alta, es posible que pronto se estabilice o incluso se reduzca, debido a la transición hacia fuentes de energía más limpias y renovables.
Impuestos, márgenes y costes de refinanciación
Los impuestos son otro factor clave que determina el precio final de los combustibles, ya que representan alrededor del 50% del mismo. En España, los carburantes están gravados por tres impuestos: el Impuesto Especial sobre Hidrocarburos (IEH), el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) y el Impuesto sobre las Ventas Minoristas de Determinados Hidrocarburos (IVMDH), también conocido como céntimo sanitario.
Junto a ellos, los márgenes de las compañías petroleras. Estos constituyen la diferencia entre el precio al que compran el producto y el precio al que lo venden al público. Incluyen los costes de comercialización, distribución y almacenamiento, así como el beneficio empresarial. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), los márgenes brutos medios en España son superiores a los de la media europea, lo que indica una menor competencia en el sector.
Sin olvidarse, además, de los costes de refinación y transporte asociados al proceso de transformación del petróleo en productos derivados, como la gasolina o el diésel, y al transporte de estos productos desde las refinerías hasta las estaciones de servicio. Estos costes dependen de la capacidad y eficiencia de las refinerías, así como de la distancia y las infraestructuras disponibles para el transporte.
Final de año, posible frenada al rally alcista de los combustibles
Según los expertos consultados, como Antonio Aceituno, director general de Tempos Energía consultado por Faro de Vigo, no se espera que esta situación cambie a corto plazo, señalando finales de año para esperar una posible frenada. Por el contrario, se prevé que la demanda de petróleo siga creciendo en los próximos meses, superando la oferta disponible. Esto significa que los precios de la gasolina y el diésel seguirán subiendo y no volverán a bajar, al menos hasta que se produzca un cambio estructural en el modelo energético mundial.
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