La promesa de ‘compra ahora, paga después, sin intereses’ ha conquistado a millones de personas. Desde tiendas de electrónica hasta plataformas de moda online, esta fórmula de financiamiento se presenta como una alternativa cómoda para adquirir productos sin afectar el bolsillo de forma inmediata. Sin embargo, detrás de la aparente ventaja se esconden riesgos y matices que conviene conocer antes de firmar.
Porque sí; en principio, parece más que una ganga. Podemos repartir el pago en varias cuotas mensuales y mantener nuestra liquidez intacta. Además, muchas empresas ofrecen este servicio con solo introducir nuestros datos y aprobar un pequeño análisis de crédito, lo que lo hace rápido y sencillo.
Comprar a plazos, el atractivo de lo inmediato
Pero aunque aunque la frase ‘sin intereses’ sea literal, no significa que la operación sea gratuita. En algunos casos, existen comisiones de apertura, seguros obligatorios o penalizaciones por retraso en el pago que pueden encarecer significativamente la compra. Por ejemplo, retrasarse un solo mes en una cuota puede generar recargos que superan los beneficios de financiar sin intereses.
Además, con el internet y su facilidad para comprar, financiar productos a plazos puede generar un hábito de consumo impulsivo que afecte tu estabilidad financiera a largo plazo. Son muchos los que terminan comprando productos que no necesitan o que podrían haber esperado a adquirir con sus propios ahorros. A largo plazo, esto puede afectar la planificación financiera y generar una sensación de deuda constante, aunque formalmente se trate de compras sin intereses.
Y no; que el pago se realice con tarjeta no va a doler menos. De hecho, una metaanálisis de 71 estudios, realizados en Australia, indica que pagar con móvil o tarjeta eleva el gasto medio. Sobre todo en objetos prescindibles o asociados al estatus. Además, un análisis reciente de la Universidad de Surrey confirma que el efectivo multiplica esa sensación de ‘dolor’, potenciando el autocontrol y favoreciendo la contención.
Por eso, este tipo de compras no conviene en todos los casos. Si el presupuesto ya es ajustado, añadir nuevas cuotas solo aumentará nuestra presión económica, y cualquier imprevisto podría derivar en impagos. Tampoco resulta recomendable financiar artículos de bajo valor, como accesorios o prendas de moda, donde las posibles comisiones superan el supuesto beneficio de fraccionar el pago. Y menos aún cuando se convierte en un hábito: varias compras pequeñas a crédito pueden ser más peligrosas que una sola compra grande.
Cómo comprar con seguridad
Antes de optar por un pago a plazos, es recomendable seguir algunas pautas básicas:
- Leer la letra pequeña. Verificar si hay comisiones, penalizaciones o seguros obligatorios que encarezcan la compra.
- Calcular el coste total. Asegúrate de que la suma de las cuotas coincida con el precio original y que no existan gastos ocultos.
- Evaluar la necesidad real. Pregúntate si realmente necesitas el producto ahora o si puedes esperar a ahorrar el dinero.
- Comparar opciones. Algunos comercios ofrecen promociones diferentes; analizar varias alternativas puede ayudarte a encontrar la más conveniente.
¿Conviene siempre una cuota baja?
Es algo muy común que se elija una cuota muy baja, ya que resulta mucho más cómodo. Pero una mensualidad baja hará que se tarde mucho tiempo en saldar la deuda. A veces, incluso, se seguirá pagando cuando ya el producto financiado se haya dejado de utilizar. Aquí, los expertos de HelpMyCash recomiendan que el tiempo que se tarde en reembolsar una compra a plazos siempre sea inferior a la vida útil del producto.
Por ejemplo, si se quiere financiar un teléfono, se debe tener en cuenta que es probable que en tres o cuatro años ya no se siga utilizando. Así, el tiempo que dure el pago del teléfono deberá ser más corto que el tiempo de uso del dispositivo.

