El acceso a la vivienda se ha convertido en el campo de batalla social y político más caliente en España. Mientras los precios del alquiler están desorbitados, miles de jóvenes y trabajadores precarios se ven obligados a dedicar más de la mitad de su sueldo a pagar el alquiler, que en la mayoría de casos es compartido con otras personas. La indignación ha saltado al plató del programa ‘LaSexta Xplica’, donde el discurso de economistas choca con la realidad de los que no llegan a fin de mes.
El economista y colaborador habitual del programa, Gonzalo Bernardos, desató la polémica al acusar a los jóvenes que reclaman alquileres asequibles de ser “pijos progres”, que son beneficiados por la “legislación de Sumar”.
Y aunque calificó la vivienda como el “mayor problema del país”, la discusión se tensó aún más cuando Bernardos insistió en que quienes exigen soluciones para el alquiler buscan privilegios y no afrontan la realidad del mercado.
Denuncia el difícil acceso a la vivienda para los jóvenes
Sin embargo, esto no sentó muy bien a Amina Mouthadi, una joven camarera en paro, que respondió explicando su propia situación: “Yo soy camarera, cobro 1.500 euros, y tengo que pagar 750 por un apartamento de mierda y compartido. Trabajo 12 horas por 1.500 euros”, denunciaba. “¿Y me viene usted a decir que somos pijos? ¿Pijos por venir aquí a denunciar cosas que son una vergüenza?”, añadía dirigiéndose al economista.
“Así va el puñetero país”, lamentaba Amina, que resumió, durante su intervención, el hartazgo de quienes no pueden emanciparse ni vivir con dignidad. “Este país se va a la mierda”, repetía. “Vamos a tener que emigrar nosotros a otro país, ¡que somos de aquí!”, amenazaba, concluyendo su discurso, ante la actual situación.
El testimonio de Amina Mouthadi no solo evidenció la desconexión entre los discursos de los economistas y la realidad de miles de trabajadores, sino que también puso sobre la mesa el hartazgo de quienes ya no pueden permitirse ni una habitación en condiciones pese a encadenar jornadas de trabajo interminables. La precariedad, lejos de ser una excepción, se ha convertido en la norma para buena parte de los jóvenes españoles.