Mientras la mayoría de jóvenes lidian con empleos precarios o sueldos bajos, una pequeña parte ha encontrado, en plataformas como YouTube, una fuente de ingresos difícil de imaginar hace unos años.
En este contexto, lo que para muchos es un sueño lo logró Adrián Sáenz: convertirse en millonario a los 23 años. Esto fue gracias a su canal de YouTube, donde empezó compartiendo vídeos sobre finanzas y consejos para emprendedores, para terminar acumulando más de tres millones de suscriptores y unos ingresos mensuales que rozan los 50.000 euros solo en publicidad de la plataforma.
Cómo se hizo millonario con 23 años
“Me hice millonario con 23 años”, confiesa en el podcast de ‘Media Power Agency’. “Y ver la placa de 100.000 suscriptores y de un millón impresiona mucho”, añade. Y es que, para miles de jóvenes, como para Adrián, ser youtuber se ha convertido en su profesión. “Únicamente con los anuncios que me paga YouTube, gano 50.000 euros al mes”, asegura.
La imagen del creador de vídeos que graba desde su habitación ha evolucionado hasta convertirse en la de un empresario digital, capaz de gestionar equipos, cerrar acuerdos de patrocinio y atraer a millones de seguidores en todo el mundo.
Por eso, quien consigue consolidarse y generar millones de visitas puede llegar a vivir de esta actividad. Los ingresos pueden venir de la publicidad directa de la plataforma, acuerdos con marcas o de lanzamientos de productos propios. Y aunque solo una minoría logra convertirlo en un trabajo estable, para quienes lo consiguen, las cifras alcanzan niveles que superan con creces los sueldos habituales en España.
Huyen a Andorra en busca de impuestos bajos
Pero como para muchos youtubers, el verdadero cambio para Adrián llegó cuando decidió mudarse a Andorra, en busca de una fiscalidad mucho más baja que en España. “Se puede ganar mucho dinero, pero es complicado entender también todo lo que hay”, asegura el joven.
Aunque Adrián defiende que pagar impuestos es necesario, deja claro que prefiere hacerlo “si se utilizan para algo bueno”. Esta visión, que comparte buena parte de la nueva generación de influencers, choca con el modelo fiscal español, al que acusan de ser demasiado alto para quienes logran altos ingresos en estas plataformas digitales.
