La mayoría de personas que estén leyendo esto habrán tenido la suerte de ir al colegio. Puede parecer algo obvio, pero todavía no es una realidad universal a pesar de ser un derecho universal. Y es importante recordarlo. Por eso, hoy, 24 de enero, se reivindica el Día Internacional de la Educación. Así lo proclamó la Asamblea General de las Naciones Unidas, defendiendo su papel para la paz y el desarrollo mundial.
“Un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar el mundo”. Son las palabras de Malala Yousafzai, la ganadora más joven del Premio Nobel de la Paz con 17 años, que resume en una frase concisa la importancia de la educación: una herramienta de cambio, “la única solución”, como defendió en su discurso ante la ONU, para acabar con la desigualdad en el mundo.
Reconocido como un derecho humano fundamental, no está de más recordar que también es un bien público y de responsabilidad colectiva. Como reivindica la UNESCO, sin una educación de calidad, inclusiva y equitativa para todos, con oportunidades de aprendizaje, los países no podrán alcanzar nunca la igualdad de género ni acabar con la pobreza. Esta lucha sigue en activo y, mientras no tenga éxito, seguirán existiendo colectivos desfavorecidos.
No son palabras vacías. Actualmente 262 millones de niños y jóvenes no están escolarizados, privándolos de ese derecho fundamental; unos 617 millones de niños y adolescentes no pueden ni leer ni realizar cálculos básicos; menos del 40% de las niñas del África subsahariana completan sus estudios y unos 4 millones de menores no pueden ir a la escuela. Son datos que tienen que crear conciencia; sería inaceptable darles la espalda. De esa urgencia de cambio nace el lema de la cuarta edición del Día Internacional de la Educación que este lunes se está celebrando: “Cambiar el rumbo, transformar la educación”.
Una crisis educativa mundial
La UNESCO, única organización de las Naciones Unidas con mandato para abarcar todos los aspectos de la educación, lanzó a finales de diciembre de 2021 el informe “Estado de la crisis educativa mundial: un camino hacia la recuperación”. ¿De qué crisis hablaba? Del parón mundial que sufrió el sector educativo por la pandemia de COVID-19. Para el organismo, “la peor crisis educativa de la que se tiene constancia”.
La mayoría de países tomaron la misma medida: cerrar los centros de enseñanza (en todos los niveles). Los costes, si bien no se conocen aún con exactitud, han sido enormes. ¿Los mayores afectados? Los niños y las personas en situación de pobreza. Según los datos recolectados por la UNESCO, gran parte de los niños han perdido la mayor parte e incluso la totalidad de lo que tendrían que haber aprendido en la escuela.
Como muestra da dos ejemplos: en Sao Paulo (Brasil), los alumnos de primaria y secundaria solo adquirieron el 28% de lo que tenían que aprender en los cursos presenciales. Además, el riesgo de abandono escolar se multiplicó por tres. El segundo, situado en las regiones rurales de Karnataka (India), denuncia que la proporción de niños de tercer grado escolarizados en el sector público capaces de hacer una resta, un concepto básico, cayó del 24% en 2018 a el 16% en 2020. Es el precio de cerrar durante un año las escuelas: se pierde un año de aprendizaje.
Objetivo 4 de la Agenda 2030
Todos los Estados Miembros de las Naciones Unidas aprobaron en 2015 unos 17 objetivos que componen la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Dichas metas tienen la misión de acabar con la pobreza, proteger el planeta y mejorar la vida de las personas en todo el mundo. El objetivo número 4 consiste en alcanzar una educación de calidad: “garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
¿Cómo conseguirlo? Estas son las metas que todos los Estados Miembros tienen que alcanzar en 2030:
- Asegurar que todos los niños terminen la enseñanza primaria y secundaria, que ha de ser gratuita, equitativa y de calidad.
- Asegurar que todos los niños tengan acceso a servicios de atención y desarrollo en la primera infancia y educación preescolar de calidad, a fin de que estén preparados para la enseñanza primaria
- Asegurar el acceso igualitario de todos los hombres y mujeres a una formación técnica, profesional y superior de calidad, incluida la enseñanza universitaria.
- Aumentar el número de jóvenes y adultos que tienen las competencias necesarias, en particular técnicas y profesionales, para acceder al empleo, el trabajo decente y el emprendimiento.
- Eliminar las disparidades de género en la educación y asegurar el acceso igualitario a todos los niveles de la enseñanza y la formación profesional para las personas vulnerables.
- Asegurar que todos los jóvenes y una proporción considerable de adultos estén alfabetizados y tengan nociones elementales de aritmética.
- Asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible.
- Construir y adecuar instalaciones educativas que tengan en cuenta las necesidades de los niños y personas con discapacidad así como las diferencias de género, y que ofrezcan entornos de aprendizaje seguros, no violentos, inclusivos y eficaces para todos.
- Aumentar a nivel mundial el número de becas disponibles para los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados, los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países africanos.
- Aumentar la oferta de docentes calificados, especialmente los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo.
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