El pasado mes de octubre, se formó un gran revuelo en torno a las cuotas de los autónomos, un colectivo que asegura estar asfixiado y que no para de pedir mejoras. El motivo es que, de inicio, el Ministerio de Seguridad Social planteó una subida de las mismas de entre 17 y 206 euros al mes, una propuesta que no gustó a sus socios de Gobierno ni a la oposición. Tampoco a los trabajadores por cuenta propia, que rápidamente alzaron la voz para denunciar que no paran de subir la carga que deben asumir para intentar mantener sus negocios.
Tras la polémica inicial, la propia ministra, Elma Saiz, corrigió la propuesta, siendo la última que se conoce la siguiente: congelar las cuotas que pagan los autónomos en la tabla reducida (los autónomos con rendimientos netos que van desde los 670 euros mensuales a los 1.166,7 euros) y subir las de aquellos fuera de esta tabla (desde más de 1.166,7 euros a rendimientos netos superiores a los 6.000 euros), entre un 1% y un 2,5% (entre 2,91 y 14,75 euros al mes).
Es lo que oficialmente se conoce hasta la fecha porque las negociaciones se encuentran paralizadas. Una paralización que, de hecho, denunció UPTA hace unos días, advirtiendo de que estaba generando “un clima de inseguridad, malestar y desconfianza” entre el colectivo.
“Esta situación, lejos de favorecer la estabilidad, se está convirtiendo en terreno fértil para el crecimiento de posturas radicales y discursos populistas que tratan de instrumentalizar el descontento del colectivo”, manifestó la organización, quien aseguró que las posiciones entre la Seguridad Social y las organizaciones de autónomos “no están tan lejos como algunos pretenden hacer ver”.
Son los trabajadores por cuenta propia los que pagan esta incertidumbre, que también aprovecharon para denunciar la cruda realidad de emprender en España, durante y después, existiendo cada vez más jubilados autónomos que se encuentran trabajando por la pensión que se les ha quedado o para ayudar a los hijos que se han quedado con el negocio, ante la imposibilidad de poder contratar.
“Mi mujer tiene una pensión de unos 1.000 €, yo unos 500, si no hubiéramos invertido, sería insuficiente”
Un ejemplo de lo anterior es David, un fontanero jubilado de 75 años que, si no hubiera sido porque en su momento decidió invertir junto a su mujer, ahora no podría cubrir los gastos básicos de la vida diaria, a pesar de que llevaba trabajando como autónomo desde los 24 años: “Mi mujer tiene una pensión de unos 1.000 euros, yo unos 500, si no hubiéramos invertido, sería insuficiente”, confesaba al programa ‘La Linterna’ de COPE.
“Hasta que no se carguen a los autónomos no van a parar”
Otro testimonio, también del citado programa, era el de Inmaculada, propietaria de una pequeña tienda de electricidad en Madrid. “Hasta que no se carguen a los autónomos no van a parar, porque esto cada vez es peor. Cada día mas historias, cada día más requisitos, y ninguna ayuda por ningún sitio”, manifestaba en relación con la subida de las cuotas.
Esta, realmente, es una denuncia compartida en el colectivo: no para de aumentar la burocracia y la carga fiscal, pero no ganan en derechos. De hecho, una proclama que llevan años reclamando las organizaciones de los autónomos es el acceso al subsidio para mayores de 52 años, siendo un ejemplo recurrente de cómo los derechos laborales de los trabajadores por cuenta propia no están equiparados con el de los asalariados.

