El peso de los cuidados sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres. Por lo general, siguen siendo ellas las que renuncian a su carrera profesional en caso de que sea necesario. Y Marion Ruybalid es un ejemplo de ello, una mujer que, tras años como de ama de casa, ha retomado su trayectoria laboral para que uno de sus hijos pueda cumplir con su sueño de ser bailarín profesional, ya que necesitaban más dinero en casa para poder costearle toda la formación.
Marion es madre de 10 hijos, todos ellos escolarizados en casa, y ha contado al medio ‘Business Insider’ como, a través de una clase de baile de su hija, otro de sus hijos descubrió que le encantaba el ballet. “Sus ojos estaban fijos en cada movimiento”, relata, añadiendo que, cuando este tenía ya 14 años, se dio cuenta de que el ballet era más que una actividad, y que quería convertirse en profesional.
“Esto me llevó a preguntarme: ¿podríamos permitírnoslo?”, cuenta Marion, quien habló con sus profesores para saber cuáles eran las opciones posibles: cursos intensivos de verano, concursos, asistir a una academia asociada a una compañía o solicitar plaza en una universidad con especialización en danza. Opciones que implicaban enviar a su hijo, menor de edad, fuera de casa, “algo que me daba miedo”.
Al cumplir los 17 años, este recibió una beca para una academia de danza, pero aun así tenían que pagar los gastos de manutención. “Empecé a preguntarme si podría trabajar a tiempo parcial y seguir siendo madre de 10 hijos escolarizados en casa. Era una ventaja que mi marido trabajara desde casa y que yo llevara años creando un horario escolar matutino para los niños. Algunos de ellos ya me ayudaban a preparar la cena las noches en las que tenía que llevar a otros a sus actividades. Echaría de menos estar en casa a tiempo completo, pero, afortunadamente, mi marido podía ayudarme”, confiesa.
“Ser madre me ayudó en el trabajo”
Marion buscó asesoramiento laboral, conociendo así que su mejor opción era ver si en las tres universidades de su ciudad había alguna vacante. Sí que la había, para asistente de la Oficina de Pertenencia, puesto para la que se veía capacitada al ser ella bangladesí-británica-estadounidense, considerando que tenía esa empatía hacia los estudiantes que venían de fuera.
Dos semanas después de enviar su carta de recomendación, recibió la contestación de que estaba contratada. “Respiré hondo y acepté”, confiesa, tras 18 años fuera del mercado laboral. Sin embargo, asegura que “ser madre me ayudó en el trabajo”. En concreto, cuenta en el citado medio que “había patrones en las tareas que me recordaban a mis primeros días como madre primeriza”.
“Cuando no sabía qué hacer con un bebé, creé un horario para mantener mi cordura. Esperaba que también le ayudara a él. En el trabajo, estudiaba el calendario de eventos”, pone como ejemplo, asegurando que cuando su jefe le asignaba más proyectos, “ya estaba acostumbrada a averiguar cómo integrar un nuevo elemento en mi agenda diaria”, porque “cuando educaba en casa a mis hijos mayores, mi atención se dividía entre ellos y los que eran mucho más pequeños”.
Asimismo, Marion se ha dado cuenta que la maternidad le hizo aprender a socializar, pudiendo ahora colaborar con otros departamentos de la universidad sin problemas: “Un aspecto en el que más me sorprendí a mí misma fue la confianza que sentí al conocer a mucha gente nueva para establecer colaboraciones. En mis trabajos anteriores, me sentía tímida. Como madre, me esforcé por hablar con otras madres primerizas en la biblioteca y en el parque para crear una comunidad. En el trabajo, utilicé estas habilidades para identificar oportunidades de colaboración entre departamentos y consolidarme como un recurso valioso para los demás”.
Tal así que afirma que, hace 18 años, se habría sentido perdida en su trabajo actual, mientras que ahora se ha convertido en “una fuente de inspiración”. “Aunque no soy estudiante, estoy fijándome nuevas metas en la vida”, relata orgullosa, concluyendo que nunca esperó que la carrera que su hijo deseaba hacer le permitiera a ella descubrir sus “sueños desconocidos”.