Tres jubilados de entre 80 y 90 años se esconden detrás de las tres únicas habitaciones con las puertas abiertas que quedan en el enorme complejo de 61 viviendas para ancianos en Raheny (Dublín), para evitar ser desahuciados. El resto han sido tapiadas por orden del Ayuntamiento. Pero estos tres sénior, que se autodenominan ‘los tres mosqueteros’, se resisten a marcharse. “Es más un desahucio forzado que una promesa de futuro”, dice uno de ellos.
Michael Harraghy, Jim Howlin y Thomas Leahy son protagonistas de la actualidad irlandesa al negarse a abandonar su residencia de ancianos, una situación similar a la que ven otros ancianos cuando deben abandonar la vivienda. El Ayuntamiento tiene un plan diferente para ellos, que no es otro que el de construir 102 nuevos apartamentos de última generación con los que pretende modernizar la zona.
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Fue en el mes de febrero de 2022 cuando notificaron a los inquilinos (todos mayores) que vivían allí que sus vidas estaban a punto de cambiar. Desde el Ayuntamiento comunicaron su plan para modernizar este complejo y pidieron a los residentes que eligieran qué zona preferían para ser realojados.
En 2024 las máquinas llegaron a este espacio para empezar la demolición y los desalojos. “Se ha reducido el número de inquilinos” señalaba Mick Carrol, que es gestor municipal. Pero eso no es del todo cierto.
Howlin, que tiene 88 años, no se lo cree. “Son mentiras y más mentiras, me ofrecieron un sexto piso que estaba lejos de mi médico y de la farmacia, algo que es inviable en mi caso”. A pesar de que desde el Consistorio les han prometido que volverán a una casa de las que se van a construir, ellos piensan que no es cierto y sospechan que el nuevo complejo será privado o cedido a una ONG o fondo de vivienda.
“Nos están tratando como si fuéramos criminales”
La historia, publicada en el medio digital Dublin Inquirer señala que otro de los mayores, Michael Harranghi, recibió una carta en la que se le advertía de algunas irregularidades en su alquiler. Le avisaban de que podría comenzar un proceso judicial en su contra. “Me trataron como si fuera un criminal”. Y entonces pidió explicaciones pero nunca le llegaron.
Uno de los motivos por los que no quieren marcharse es porque sus actuales viviendas están completamente adaptadas y son accesibles. En su caso, ha tenido que adaptar la ducha, la cocina y bajar la ventana del dormitorio porque por las noches tiene falta de oxígeno. “¿Por qué tengo que pagar de nuevo por algo que ya tengo aquí?”, se pregunta. Y nadie le ha contestado.
Los ancianos eran una comunidad que se ayudaba entre ellos
El alojamiento, Saint Anne’s Court era una comunidad de mayores que se ayudaba entre ellos, que dependían unos de otros para hacer la vejez más llevadera ya que en muchos casos no tenían familia a la que acudir. “Nos han roto y a cambio nos dan un hogar nuevo, sí, pero no es adecuado para nuestras necesidades”.
“Ahora somos como los tres mosqueteros”, dicen, pero lo cierto es que se sienten abandonados por la administración, que no se ha tomado la molestia de hablarles desde fuera del despacho. No les han preguntado si veían bien que se ampliase o rehabilitase el complejo.
Desde el Ayuntamiento, aunque se habla de esas 102 nuevas viviendas, no hay seguridad. Los concejales han dado las gracias por el trabajo que están realizando los funcionarios, pero el destino de los ancianos sigue siendo una incógnita. “Nos preguntamos por qué no se aprovecha el resto de la ciudad para las viviendas sociales, el precio lo pagamos siempre los mismos”.