Contratar empleados es uno de los procesos estrella y, a la vez, más complejos que incumben a los departamentos de recursos humanos o, de no contar con esta sección, a las personas encargadas de ello en las empresas. De su mayor o menor acierto en su elección depende, al fin y al cabo y en última instancia, el éxito empresarial. Precisamente, si algún CEO sabía de éxitos empresariales era Steve Jobs.
El cofundador de Apple, fallecido el 24 de agosto de 2020, fue conocido por sus humanitarias dotes de mando, alejándose del estereotipo de jefe tradicional. No solo dieron fe de ello uno de sus últimos discursos, que pronunció en la Universidad de Stanford y en los que valoraba la vida de todos los seres humanos por igual, también las declaraciones de los que trabajaron con el californiano.
De hecho, él mismo se implicaba personalmente en la selección y posterior contratación de los que serían sus futuros empleados. Y tenía sus razones de peso: para él, los empleados son el motor principal de la rentabilidad, eficacia y eficiencia de una empresa. No en vano, bajo este modelo, convirtió a Apple en una de las firmas empresariales más prestigiosas del planeta.
Uno de los mayores secretos de Apple: así contrataba Steve Jobs
Jobs era consciente del arduo contexto de las entrevistas de trabajo para el candidato y de la alta tensión que se respira en la mayoría de ellas. Algo razonable teniendo en cuenta que en, prácticamente, cinco – diez minutos hay que definir, o al menos tratar de aproximarse a ello, si ese candidato posee las actitudes y aptitudes necesarias para el puesto. Y hacerse una idea en ese periodo de tiempo, tanto de la valía laboral del trabajador como la humano, se alejaba de la realidad, ciertamente distorsionada por el ambiente.
Por ello, acuñó una sencilla estrategia, que ahondaba más en el segundo plano antes mencionado, la sencillez y lo humano: la denominada ‘prueba de la cerveza’, que él mismo se encarga de explicar: "Cuando decido contratar o no, siempre me pregunto si me tomaría una cerveza con esta persona y si me gusta su compañía", explicaba en una entrevista realizada en 1998 y recogida en el libro ‘In the Company of Giants: Candid Conversations With the Visionaries of the Digital World”.
"¿Me tomaría una cerveza con esta persona? ¿Conversaría con ella relajadamente dando un paseo?", se preguntaba Jobs. Si la respuesta acababa siendo afirmativa, procedía a ello, saliendo a tomar esa cerveza o cualquier bebida con ese candidato, que en ese momento tenía más predisposición a mostrarse con más candidez, más soltura y más honestidad. Es decir, se mostraba más tal y como era.
Además, las preguntas no eran tan técnicas. Si no, más bien, qué solía hacer en el día a día o cuándo fue la última vez que consiguió algo importante. Así, conseguía una visión más aproximada acerca de si ese empleado conectaba tanto con la cultura de la empresa como con las personas. Una táctica que se frecuenta más en el último lustro pero que rompía todos los moldes en la década de los noventa.
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