El peso de los cuidados, así como el mantenimiento de la casa, sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres. Es así aunque trabajen en el hogar o también lo hagan de forma remunerada para un tercero. Un sobreesfuerzo que causa frustración y lleva consigo una carga mental de la que, muchos hombres, no son verdaderamente conscientes.
Así lo ha expuesto Erica Avellaneda, ama de casa, quien a través de sus redes sociales está intentando crear una mayor concienciación sobre la necesidad de construir una convivencia justa, consciente y equilibrada. En uno de sus últimos videos, critica la tendencia de algunos hombres a desentenderse de las responsabilidades domésticas y el cuidado de los hijos, manifestando que no se trata de una incapacidad natural, sino de una falta de interés.
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“No es normal que un hombre no sepa dónde están las cosas en su propia casa, que no sepa tampoco a qué horas son las actividades extraescolares de sus propios hijos o que tampoco sepa cada cuándo hay que lavar las sábanas”, señala.
Este desconocimiento, agrega, no tiene que ver con ninguna capacidad biológica: “no, no es que las mujeres tengamos una capacidad biológica como si fuese un poder sobrenatural para localizar cualquier objeto del hogar en cuestión de segundos. Básicamente, es que el hombre está desubicado, desentendido y desconectado del propio espacio en el que habita”.
“No es falta de capacidad, es falta de interés”
Erica Avellaneda señala que, “esas mismas personas que no encuentran los tupers o no recuerdan dónde se guardan las toallas, muchas veces pueden recitar de memoria las alineaciones completas de su equipo de fútbol, los fichajes del último mercado, las estadísticas, los minutos jugados, quién metió gol en aquella final del 2009”. Por ello, sentencia que “no es falta de capacidad, es falta de interés”.
Un desinterés que se soluciona “con voluntad, con pequeños gestos diarios, preguntando, observando, tomando la iniciativa sin que te lo pidan, participando activamente en las tareas, sabiendo qué falta, qué viene y qué se planifica”.
Esto, afirma Avellana, requiere aprendizaje, práctica y constancia, “pero también empatía, porque hay que comprender que compartir la vida implica compartir también la carga”. Por ello, defiende que es el momento de “dejar atrás la idea del hombre torpe y la mujer que resuelve, de construir una convivencia más justa, más consciente, más equilibrada, donde nadie tenga que soportar la lista eterna en la cabeza mientras el otro vive sin enterarse”.