David Perera (44), preso por intento de homicidio: “Al final estamos aquí para redimirnos y rehabilitarnos. No somos iguales toda la vida, pero eso a la sociedad no le vale”

Actualmente cumple 14 años de condena en el Centro Penitenciario El Acebuche, y cuenta cómo la formación y los estudios le han cambiado la vida.

David Perera durante la entrevista con NoticiasTrabajo |NoticiasTrabajo
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David Perera es uno de los 180 reclusos que cumplen condena en el Centro Penitenciario El Acebuche, en Almería. Actualmente, lleva seis años de los 14 que le impusieron por doble intento de homicidio. A sus 44 años, carga con una historia de violencia y culpa que, según cuenta a NoticiasTrabajo durante una entrevistaempieza una noche en la que tomó “muy malas decisiones” que trajo consecuencias nefastas para muchas personas dejando numerosas víctimas por el camino.

Pero el cambio en David no llegó de golpe. Primero cayó en el resentimiento, en ese círculo vicioso de victimismo que habita en los módulos de los centros penitenciarios, hasta que decidió empezar por su reconstrucción personal a través de los estudios que realizaba en la escuela de la prisión. “Me saqué la ESO, el bachillerato y, gracias a que vieron mis ganas y el cambio que di aquí dentro, tuve la oportunidad de trabajar en la Biblioteca Central de la Prisión de El Acebuche”, explica.

El trabajo fue su refugio

A partir de ahí, el trabajo se convirtió en su refugio. David encontró en la biblioteca de la prisión una rutina y una función. “Son muchas cosas las que te da el trabajo. Primero que te da estabilidad emocional porque tienes una labor que hacer; y lo segundo es que tienes la posibilidad de cobrar”, cuenta, subrayando cómo cada pequeña nómina alivia no solo su conciencia, sino también el bolsillo de su familia.

David también participa en la revista de la cárcel y, sobre todo, ha empezado a escribir un libro. No es solo una terapia personal, sino un intento de dejar huella, de advertir a otros sobre el precio del error. “Comencé a escribir, a sacar lo que llevaba dentro, a expresarlo y me di cuenta que con el tiempo iba entendiendo que lo que sacaba no se podría aquí dentro”, asegura con el objetivo de evitar que otros jóvenes repitan sus pasos. 

Busca una segunda oportunidad

Sin embargo, David todavía lamenta el muro de escepticismo social que espera a quienes, como él, buscan una segunda oportunidad. A su juicio, la reinserción es una realidad en prisión, pero un mito para la mayoría de la sociedad. 

“Es una pena que no se crea en la rehabilitación. La rehabilitación existe, pero fuera piensan que si lo han hecho, son así para toda la vida. No somos iguales durante toda la vida”.

Así, denuncia que la sociedad debe de ser receptiva y entender que, después del trabajo de reconstrucción que se hace en la cárcel mientras se cumple condena, se puedan merecer una segunda oportunidad. Lamenta que la víctima no sea él, sino sus hijas, su familia, ya que todos arrastran las consecuencias. “Esto no es vida para mí ni para mis hijas”, sentencia.

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