En épocas anteriores a la omnipresencia de internet, la manera en que las personas consumían información, música y se conectaban entre sí era radicalmente distinta a lo que se conoce hoy en día. La llegada de la era digital ha transformado no solo los medios, sino también la velocidad y el volumen de acceso a la información.
Antes de este cambio a lo digital existía lo analógico, la información era primordialmente diseminada a través de periódicos y emisiones de televisión y radio. La música, por su parte, se disfrutaba en formatos tangibles como discos de vinilo, casetes y CD, y su adquisición requería de visitas a tiendas físicas especializadas.
Lo que ahora se consume a través de las redes sociales, aunque no en la forma digital que las concebimos hoy, se consumían en forma de revista que había que adquirir en los quioscos.
A continuación, Noticias Trabajo muestra cómo internet ha transformado nuestras vidas, la manera en que accedemos a la información y cómo las generaciones pasadas interactuaban con el mundo de la información y el entretenimiento.
Las Redes Sociales
Hace 30 años y antes de que las redes sociales e internet dominaran el panorama mediático, las revistas eran una fuente principal de entretenimiento e información, especialmente para los jóvenes. Publicaciones como Bravo, Súper Pop, Como tú, Ragazza, Topmusic en España y otras similares en diferentes países eran esperadas con ansias cada semana o mes en los quioscos, convirtiéndose en referentes culturales de su tiempo.
‘Superpop’, por ejemplo, se destacó por décadas como una de las revistas juveniles más populares. Estas publicaciones ofrecían desde entrevistas exclusivas con artistas del momento, hasta consejos de belleza, moda y amor, pasando por pósters que adornarían las paredes de las habitaciones de muchos adolescentes. Además, no era raro encontrar encartes con stickers, pulseras y otros regalos promocionales que añadían valor al ejemplar.
En una época donde la inmediatez de la información no era la norma, esperar la edición más reciente de tu revista favorita era parte del encanto. El ritual de ir al kiosco, elegir la revista, hojearla y compartir con amigos las novedades, anécdotas o chismes de celebridades, era un acto social en sí mismo. Era común intercambiar, coleccionar y hasta recortar fragmentos de estas revistas para crear collages o álbumes personales. ¡Cómo han cambiado los tiempos!.
El Spotify o Apple Music de hace 30 años
Si bien ahora podemos llevar en un dispositivo móvil la discografía de nuestros artistas favoritos o tener una playlist con las canciones que más gusten en ese momento y poder editarlas y cambiarlas a nuestro antojo, esto no era posible hace treinta o más bien cuarenta años. En aquellos arcaicos años la música se consumía a través de cintas de cassette.
Durante las décadas de los 70, 80 y parte de los 90, las cintas de cassette eran el principal medio para escuchar música. Si un aficionado deseaba tener el álbum de su artista o cantante favorito, tenía dos alternativas: podía comprarlo o grabarlo. Para llevar a cabo esta última opción, era indispensable contar con un equipo de cassette de doble pletina: en una se colocaba la cinta original y en la otra, una cinta en blanco, lista para grabar.
Antiguamente, si alguien deseaba tener una playlist, se enfrentaba a dos opciones: podía adquirir compilaciones pre-hechas como los conocidos Ibiza Mix, Máquina Total o Caribe Mix; o bien, podía crear su propia selección. Para esta última opción, era común esperar a que la radio transmitiera la canción deseada y, en ese momento, comenzar a grabar en una cinta. Alternativamente, si conocías a alguien que ya tuviera la canción, podías grabarla directamente de tu cassette.
El Ebay, Milanuncios o Wallapop
Internet ha transformado numerosos aspectos de nuestras vidas, incluida la forma en que compramos artículos de segunda mano. Aunque en la actualidad recurrimos a plataformas digitales como Ebay, Milanuncios o Wallapop para estas adquisiciones, hace 30 años el proceso era completamente diferente. Las personas solían acudir a mercadillos de segunda mano, que se instalaban con una frecuencia semanal o mensual.
En estos espacios, al hallar un artículo de interés, no era raro que los compradores pujaran o regatearan con el vendedor, buscando adquirir el objeto a un precio más competitivo. El principal atractivo de estos mercadillos radicaba en la posibilidad de obtener un artículo usado a un costo significativamente menor que su precio original en el mercado.
El primer Tinder
Cuando internet comenzó a infiltrarse en nuestras vidas, una de las primeras herramientas que ganó popularidad fueron los chats, como el icónico IRC o Mirc. En aquel entonces, contar con conexión a internet en el hogar era un lujo, pero los cibercafés ofrecían una solución. En la era de las pesetas, costaba alrededor de 100 pesetas (0,60 centimos de euro) poder disfrutar de una hora en la red.
En estos chats, las personas solían buscar amistades o, en algunos casos, intentar conocer a alguien con la esperanza de concertar una cita y ver si surgía algo más. Dadas las limitaciones técnicas del “primer internet”, no era posible adjuntar fotos, por lo que los usuarios se apoyaban en alias o seudónimos ingeniosos. Nombres como “Morenito20”, “Rubio23” o “ChicaGuapa25” se volvieron habituales. Estos intentaban ofrecer una descripción básica del usuario, mientras que el número solía indicar la edad.
En resumen, así era el internet de hace tres décadas. Quienes lo vivieron seguramente lo recordarán con una mezcla de alegría y nostalgia, evocando aquellos años maravillosos.
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