El IPC alcanza máximos, situándose en el 5,6% en noviembre

La inflación compromete la adecuada recuperación económica con la nueva variante del coronavirus, Ómnicron, y el aumento de la incidencia acechando.

Cesta de la compra
Javier Martín

Los precios siguen subiendo. La última avanzadilla de datos preliminares que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE) disparan el IPC hasta el 5,6% en este mes de noviembre de 2021. Un debate, el de la inflación, que centra el plano económico al amenazar los salarios, el poder adquisitivo, el empleo y la calidad de la recuperación postpandémica cuando la nueva variante del coronavirus, Ómicron, aumenta la preocupación. 

No bajarán los precios de aquí a finales de año, a pesar de que existía una fina rendija de esperanza. La tendencia de los precios sigue alza sin tregua desde el pasado mes de marzo. Creció un 0,2% respecto a octubre, un 5,6% desde el pasado año y alcanza su máximo histórico desde septiembre de 1992. De hecho, el dato de este mes permite saber que las pensiones aumentarán un 2,5% a partir de enero

Pasando del 1,4% al 1,7%, también aumenta la inflación subyacente, aquella que no tiene en cuenta los elementos más volátiles, los precios de la energía y de los alimentos frescos. Un fenómeno, el de la inflación, global. EEUU alcanzó también su mayor pico de aumentos de precios en 30 años, alcanzando el 6,2%, mientras que en Alemania aumentó hasta el 4,6%.

¿Qué causa el aumento del IPC? 

Los expertos achacan este aumento en bucle de la inflación al aumento de los precios de la alimentación, un 3,2%, los carburantes y los lubricantes y la crisis de suministros. Al fenómeno del cuello de botella que están sufriendo centros neurálgicos del comercio global como los puertos de China y Estados Unidos se le está uniendo la falta de camioneros afectando seriamente a la cadena global de suministros.

Por ejemplo, el Reino Unido echa en falta carburantes y productos frescos, mientras que la productividad de los sectores de automóviles se encuentra por los suelos, ahogada por la falta de conductores y microchips que está obligando a extender los ERTE abonar a la incertidumbre miles de trabajadores de muchas fábricas en España: Renault, Ford, Volkswagen… 

Una situación con visos de alargarse en el tiempo ante la falta de previsibles soluciones en el sector. Mismo escenario que los precios de los combustibles. El petróleo, el gas y el carbón están alcanzando precios máximos debido a la escasez del carbón y los altos precios de los derechos de emisión del CO2 que han convertido al precio de la electricidad de esta semana en el más caro de la historia a las puertas de la llegada del frío extremo. 

Sin embargo, la buena noticia es que se espera una bajada en los precios futuros de la electricidad. “Hay un traslado de la cadena de suministro y producción a los precios de consumo final”, afirma María Jesús Fernández, economista senior de Funcas. 

Ómnicron, otro elemento que compromete a la recuperación económica

“Si la variante sudafricana cobra personalidad, yo no tendría como preocupación la inflación, sino la recuperación. Es un momento complicado, porque aunque veamos indicadores sanitarios aceptables aquí, en Europa empezamos a ver países en situación complicada. Si la variante complica la vida a Europa y vuelven restricciones serias en movilidad, la Semana Santa y el verano se irán al traste. Y eso son malas noticias: una parte muy significativa de la recuperación española depende de volver a los 83 millones de visitantes extranjeros de 2019”, explica Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI).

Ómnicron, la nueva variante confirmada del coronavirus, ya se está extendido por toda Europa. Una situación que recrudece aún más el aumento general de la incidencia y desencadena la ultimación de nuevas restricciones: cierre de fronteras aéreas, confinamientos, restricciones a la movilidad y limitaciones horarias a los negocios. Un cambio de prioridades que comprometería la calidad y cantidad de la recuperación económica y limitará el consumo

Aunque los bancos centrales insistan en lo transitorio del fenómeno de la inflación, sus efectos prolongados en el tiempo son motivo de preocupación. Se teme que países con mucha deuda acumulada como España vean retiradas las inyecciones monetarias europeas para tratar de frenar este sobrecoste y que se encarezca su financiación. Bolsas, divisas y materias primas se verían fuertemente aceptadas, así como el poder adquisitivo. Comprar ahora productos de necesidad es más caro y los trabajadores reclaman que se equiparen salarios al coste de vida actual. Otro plus de gasto económico. 

Inflación e IPC: malas previsiones

Ya sea transitorio o no, el drástico crecimiento del IPC español respecto a hace un año, cuando marcaba 0,8%, se espera que continúe hasta primavera, según estimaciones del Banco Central Europeo (BCE). El organismo contempla riesgos crecientes y prevé una revisión al alza de sus últimas estimaciones respecto a la inflación. Factores limitantes de este fenómeno como el alto paro, el estancamiento de los salarios o el envejecimiento de la población no consiguen ponerle tope.

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