A Noah Taboada, una joven profesora española, le bastó un curso en Noruega para descubrir lo que en España aún suena a utopía: 10 horas a la semana de trabajo “no presencial”, que puede repartir y organizar como quiera, sin reloj ni supervisión, y con una confianza plena por parte del colegio.
Un año después de aterrizar en el sistema internacional noruego, su conclusión es que esta libertad es tanto el mayor reto como el mejor privilegio para cualquier docente: “Lo mejor y lo peor ha sido lo mismo, la libertad”, reconoce Noah, tras estrenarse en una escuela nórdica.
“Empecé en un sistema sin reglas muy marcadas o estrictas, en el que eres libre de crear tus propios proyectos, de pensar qué actividades quieres hacer. Fue un poco sobrecogedor porque no sabía por dónde empezar.”, admite en sus redes sociales.
La falta de directrices sólidas le obligó a aprender a golpe de autonomía: “Estaba aprendiendo a ser profesora y a manejar mi clase sola”, pero pronto esa independencia se convirtió en su mayor aliada: “podía elegir hacer actividades en la calle, llevarles a cocinar, trabajar matemáticas haciendo juegos…”, celebra.
Un reparto de la jornada laboral diferente al español
La clave, más allá de la creatividad pedagógica, está en la gestión del tiempo. El sistema IB (International Baccalaureate) que Noah encontró en Noruega, divide la jornada en 27 horas semanales presenciales, con alumnos y reuniones, y otras 10 horas para trabajo “no presencial”, esas que en España suelen traducirse en noches y fines de semana corrigiendo exámenes y preparando las clases.
En Noruega, la diferencia es radical: “Tengo 10 horas a la semana para hacer todo el trabajo que hay detrás de dar una clase. Y lo mejor es que puedo decidir dónde trabajar esas horas”, cuenta. “A veces, es en el tren, cuando voy y vuelvo del colegio”, explica.
El secreto, según Noah, está en la cultura de la confianza: “Aquí se respeta mucho lo que es el tiempo de trabajo y lo que es la vida personal de cada uno. Saben que vas a cumplir con tu trabajo, así que te dan esa independencia y autonomía”. Una realidad muy alejada de los debates sobre control, presencialismo y horas extra que marcan la agenda en la educación española.
Noah, termina su balance con una de las mejores noticias: “no puedo estar más contenta”. Y es que seguirá con su clase en sexto de primaria como tutora y profe de matemáticas el próximo curso: “Me encanta mi trabajo porque yo voy cada día sabiendo que puedo hacer una cosa completamente distinta. No se vuelve monótono, no se vuelve repetitivo. Y para mí eso es lo mejor de mi trabajo”, concluye.