El mayor obstáculo para pedir una subida de sueldo no es el jefe ni el departamento de Recursos Humanos, sino los miedos invisibles que viven en la cabeza de cada trabajador. Así lo sostiene Verónica, mentora de Desarrollo Profesional y Bienestar Laboral, que ha revelado los tres grandes enemigos internos que, según su experiencia, mantienen a miles de empleados en silencio mientras su salario sigue estancado.
La inseguridad, el temor a quedar como “el conflictivo” o el miedo a perder lo conseguido son capaces de bloquear cualquier oportunidad de solicitar un aumento de salario, incluso cuando el jefe está abierto a negociar. “Es importantísimo entender cómo funciona la mente en este tipo de situaciones para poder negociar con confianza”, sentencia Verónica.
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Los 3 bloqueos mentales que frenan la subida de sueldo
No importa el cargo ni los años de experiencia, el verdadero enemigo está en la cabeza, y, según la experta, existen tres bloqueos mentales que mantienen a miles de trabajadores anclados al mismo salario durante años.
El primero en la lista es el síndrome del impostor, ese pensamiento en bucle de que no mereces pedir más, de que lo tuyo fue “suerte” y no mérito. “Si tú estás donde estás es porque ya has demostrado tu valor. Los impostores de verdad ni se cuestionan estas cosas”, explica la asesora.
El segundo enemigo es el miedo a la pérdida. Cuanto más tiempo lleva alguien en una empresa, más pesa la idea de que pedir un aumento puede costarle la estabilidad. “Pensamos que si pedimos más y se molestan, me van a echar, voy a perder mi estabilidad y todo este esfuerzo de tantos años va a ser para nada”, resume Verónica. Esa mentalidad es la que, según ella, nos mantiene “estancados en una zona de confort”.
Por último, la trampa de la gratitud. Este es el pensamiento de que deberías dar las gracias solo por tener trabajo, especialmente si vienes de una época de crisis o desempleo. “Nuestra cabeza nos juega la mala pasada”, señala. Muchos acaban pensando que ya deberían estar conformes solo por seguir en plantilla. Sin embargo, “valorar tu trabajo debería motivarte a buscar mejores condiciones que te permitan que sea algo sostenible”, remarca la experta.
Verónica asegura que estos bloqueos son universales y que afectan incluso a profesionales con años de experiencia. “Estos miedos son normales y no tienen por qué frenarte”, recalca. Identificarlos es el primer paso para negociar desde la confianza y no desde el temor al castigo.
Negociar mejores condiciones es legítimo y necesario, recuerda Verónica. “La gratitud y la ambición profesional no son mutuamente excluyentes”, insiste la asesora. Reclamar lo que te corresponde no te hace peor empleado, sino más consciente de tu propio valor.