Se habla de récord de afiliación en la Seguridad Social, acercándonos a los 21 millones de afiliados; del crecimiento de los contratos indefinidos desde la entrada en vigor de la reforma laboral; o de la bajada del desempleo, situándose la tasa de paro, por ejemplo en julio, en la cifra más baja desde 2008. Pero, ¿está evolucionando el mercado de trabajo igual? Y, más concretamente, ¿está creciendo el empleo femenino? ¿Se está rompiendo el llamado ‘techo de cristal’?
El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) elabora distintos informes de la situación del mercado laboral focalizados en colectivos de interés para el empleo, como son las mujeres. El último de ellos es el ‘Informe del Mercado de Trabajo de las Mujeres 2023’, con datos de 2022, que inicia con un punto de vista esperanzador: el pasado año, la población activa femenina marcó su máximo histórico (por cuarta vez consecutiva), con un incremento interanual del 0,90 % y un aumento acumulado del 2,44 % desde 2019.
El empleo femenino, explica el SEPE, registró un nuevo máximo histórico, con un avance interanual del 1,41 %, cinco décimas porcentuales por encima del masculino, lo que supuso en términos absolutos, “la generación de 132.100 nuevos empleos ocupados por mujeres”. En la otra cara de la moneda, el paro femenino se situó en la cifra más baja de los últimos 10 años, con un total de 1,63 millones de desempleadas. Aunque también fue el retroceso del paro menos pronunciado de la última década.
El número de trabajadoras afiliadas a la Seguridad Social también alcanzó su máximo histórico en 2022, con 9,5 millones de trabajadoras, lo que implica un incremento interanual del 4,46 %. No obstante, el volumen de afiliación femenina se mantuvo por debajo de la masculina, con una tasa del 47,14 % de los trabajadores del país. Lo mismo ocurre si comparamos las tasas de paro, ocupación y actividad, el panorama sigue siendo peor para las mujeres: la tasa de paro femenino se redujo menos que la masculina; la tasa de ocupación de las mujeres creció menos que la masculina; y la tasa de actividad se redujo más entre las mujeres que en los hombres.
Aumenta el número de mujeres dedicadas a las tareas del hogar
El informe del SEPE informa que, en 2022, la población inactiva femenina volvió a incrementarse y continuó la tendencia al alza iniciada en 2014. El 45,24 % de las 138.000 nuevas mujeres inactivas eran jubiladas o prejubiladas y el 32,13 % estudiantes. Pero lo que más destaca es el aumento de mujeres dedicadas a las labores del hogar, con 62.800 nuevas inactivas. Es un dato preocupante no solo a nivel laboral, sino también social, porque se estaría perpetuando el rol de las mujeres en casa.
Desde 2007 el número de mujeres dedicadas a las labores del hogar había protagonizado un retroceso acumulado del 32,50 %. Sin embargo, pese a ello, fue la segunda causa de inactividad femenina y continuó registrando la mayor brecha de género en la población inactiva femenina, con un varón por cada siete mujeres dedicadas al hogar.
Se confirma con los datos de afiliación de 2022, ya que el Sistema Especial de Empleados del Hogar es el mayoritario para las mujeres por régimen de cotización (95,48), seguido del general (48,73), del agrario (38,97), y autónomo (36,49). Lo es pese al aumento significativo del número de trabajadores hombres en el Sistema Especial de Empleados del Hogar, que solo supone un ligero descenso en la brecha de género que se da en este sector tan feminizado.
Las mujeres, atadas al sector servicios
La mayor tasa de ocupación femenina, con gran diferencia, se da en el sector servicios, con una tasa del 53,8%. Le seguiría industria, con un 28,83% y agricultura, con un 23,81%. Desgranado en cifras, el 83,63 % de los contratos formalizados a mujeres se generó en el sector servicios, tres puntos porcentuales por encima que en 2021. Este predominio se confirma nuevamente con los datos de afiliación: más de nueve de cada diez nuevas cotizantes a la Seguridad Social (378.057 mujeres) estaban vinculadas al sector servicios.
Le siguió, a gran distancia, Industria, con 27.776 trabajadoras (aportación del 6,85 % a la nueva afiliación femenina) y construcción, que generó el 2,21 % de los nuevos puestos de trabajo ocupados por mujeres, con 8.969 cotizantes. La ‘feminización’ del sector servicios es tal que es el único de todos los sectores que generó más empleo femenino que masculino. En concreto, el 57 % de los puestos de trabajo creados en este sector en 2022 fueron ocupados por mujeres.
Aquí nos encontramos con el primer obstáculo del empleo femenino: hay más mujeres activas, pero en los mismos sectores. De hecho, el incremento de mujeres afiliadas repercutió en el aumento de trabajadoras en la mayoría de las actividades económicas más feminizadas, excepto en ‘Actividades de los hogares como empleadores de personal doméstico’. En términos absolutos, arroja el informe, ‘Servicios de comidas y bebidas’ aglutinó el 10 % de la nueva afiliación femenina, con la incorporación de 40.302 trabajadoras, seguida por ‘Actividades sanitarias’, con 36.009 mujeres, y ‘Educación’, con 34.519.
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En la afiliación autónoma, ocurre lo mismo: el sector Servicios es el que aglutina el groso de la nueva afiliación por cuenta propia. Se generaron un total de 14.471 nuevas trabajadoras por cuenta propia, desarrollando el 91,56 % su actividad en el sector servicios, el 11,98 % en la construcción y el 0,74 % en la industria.
El ‘nuevo empleo’ sigue perpetuando los sectores más feminizados
Según el informe, casi siete de cada diez contratos formalizados por mujeres estaban vinculados a las actividades económicas con mayor contratación femenina, que se recogen en la siguiente tabla. Son las mismas actividades que en 2021, entrando únicamente una nueva en el ranking: ‘Actividades asociativas’, que sustituye a ‘Otras actividades profesionales, científicas y técnica’.
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Más de la mitad de la contratación femenina, el 52,20 %, se destinó a cubrir puestos de trabajo relacionados con Servicios de comidas y bebidas; Comercio al por menor, excepto de vehículos de motor y motocicletas; Servicios a edificios y Actividades de jardinería y Educación. Son actividades vinculadas al sector servicios y muy feminizadas, con tasas de mujeres superiores al 50 %, excepto Industrias de alimentación con una representación del colectivo del 47,80 %.
Interesante es que, en ocho de estas quince actividades, que son las actividades económicas con mayor contratación de mujeres, se mantuvieron tasas de temporalidad elevadas, por encima de la media estatal situada en el 61,62 %.
Ocupaciones con mayor contratación femenina
Se ha visto como las actividades económicas donde se producen las contrataciones femeninas son actividades vinculadas al sector servicios y muy feminizadas. Una tendencia que, como cabe esperar, también se extiende a las ocupaciones con mayor contratación femenina.
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En quince de las veinte ocupaciones, que se muestran en la anterior tabla, se registraron tasas de contratación femenina por encima de la media estatal (46,13 %) y algunas, altamente feminizadas. En cinco de ellas, más de ocho de cada diez contratos fueron suscritos por mujeres, siendo las siguientes:
- Personal de limpieza de oficinas, hoteles y otros establecimientos similares.
- Cuidadores de niños en guarderías y centros educativos.
- Trabajadores de los cuidados personales a domicilio.
- Empleados domésticos.
- Auxiliares de enfermería hospitalaria.
Una de estas ocupaciones, limpieza, coincide en que es la posición más demandada por las mujeres desempleadas. En este sentido, 2022 no ha supuesto ningún cambio para los puestos de trabajo que son más demandados por las mujeres en paro. Las mayores concentraciones siguieron siendo para conseguir trabajo en ‘Empleados domésticos’, con un 97,57% de demandantes mujeres; ‘Cuidadores de niños en guarderías y centros educativos’, con un 97,43% de demandantes mujeres; y ‘Trabajadores de los cuidados personales a domicilio’, con un 95,12% de demandantes mujeres.
Más contratos temporales y a jornada parcial
Tras la reforma laboral, ejecutada por la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, es cierto que la contratación indefinida en las mujeres aumentó, con un incremento interanual del 24,36 %, mientras que la temporalidad se redujo un 34,17 %. No obstante, en 2022, la contratación temporal se incrementó más de cinco puntos porcentuales hasta alcanzar el 57,91 % y la contratación indefinida avanzó solo diez centésimas hasta situarse en el 45,85 %.
Del mismo modo, aumentó el número de mujeres con contratos a jornada parcial, con una representación del 67,38 %, y reduciéndose menos que en la afiliación masculina. De hecho, el informe del SEPE detalla que “la mayor diferencia de género se mantuvo en el empleo a jornada parcial”, alertando de que siete de cada diez contratos suscritos con este tipo de jornada fueron formalizados por mujeres.
Vuelve a ser un mal indicador social. Históricamente, las mujeres han tenido más contratos a tiempo parcial por asumir las tareas de cuidado y del hogar, siendo también las que acceden a reducir su jornada para cargar con estas responsabilidades. El motivo no solo se encuentra en los estereotipos de género, sino también en los salarios: las mujeres cobran menos que los hombres y, puestos a recortar un salario en casa, se suele optar por el de la persona que menos gana.
Si nos fijamos en la duración de la jornada laboral y el contrato, la contratación femenina también fue más precaria que la masculina. En los contratos a jornada parcial, fueran indefinidos o temporales, predominaron las mujeres, mientras que fueron minoría en los contratos a jornada completa (cuatro mujeres por cada seis hombres) y si estos eran indefinidos, la cuota de mujeres se redujo aún más (tres mujeres por cada siete hombres).
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