Cada vez más la formación es muy valorada tanto por los alumnos que quieren buscar un futuro en el mundo laboral y encontrar un empleo, como por las empresas que buscan personal cualificado, sea cual sea el sector. Mientras que muchos se preparan para estudiar en la universidad, otros muchos lo hacen a través de la formación profesional. El pasado 21 de junio, 10 jóvenes de entre 20 y 35 años, recibieron su certificado que los acredita oficialmente como pastores, en la escuela de pastores de Oñati en el País Vasco.
En esta escuela, según informan en su web, los alumnos reciben formación sobre el adiestramiento de perros pastor, alimentación y manejo del rebaño, comercialización de productos agroalimentarios, o manejo de la reproducción y la selección en ovino-lechero, entre otras muchas habilidades. Al terminar sus estudios, los alumnos estarán capacitados para hacerse cargo de su propio rebaño y de la comercialización y gestión de sus productos, incluso adaptan la profesión a las nuevas tecnologías y formas de comunicarse, aprendiendo a gestionar las redes sociales para promocionar sus productos y dar a conocer su trabajo.
Una de las alumnas recién tituladas como pastora, Agurtzane Gabiria, en una entrevista en la Cadena Ser, desvela cómo es la formación en la escuela, en qué consiste y qué la ha llevado a decirse por dicha profesión.
Los motivos para ser pastora
Se podría decir que es algo que se lleva en la sangre y le viene de familia, ya que según Gabiria, como explica en la entrevista, ha vuelto a sus raíces: sus padres son pastores, y tras irse a los 20 años a trabajar en la industria, 15 años después, decidió volver. Y no solo sus padres se han dedicado al oficio, su marido también es pastor desde hace 5 o 6 años. También es madre de dos hijos, y aunque sabe que es una profesión difícil, le gustaría que sus hijos pudieran conocer y vivir la profesión, sin que le cojan manía.
Cuando se piensa en un pastor o pastora se tiene la idea preconcebida de alguien que vive más o menos aislado, en ocasiones algo desconectado de los pueblos o ciudades. Y estos prejuicios son los que precisamente quiere cambiar Agurtzane, como ella misma comenta.
“Yo no vivo aislada, tengo cerca el pueblo y tengo mucha relación con la ciudadanía. Además, tengo internet y tengo WhatsApp, vivo en la civilización"
Aunque ya hemos comentado el tipo de materias que se imparten en la escuela de pastores, Gabiria explica que se estudia de todo un poco en una formación tanto teórica como práctica y que incluso han ido a otros caseríos para hacerlas. También desvela uno de los grandes problemas que tienen los pastores, los lobos, y aunque ella no lo sufre, sí se enfrentan a ellos algunos compañeros de profesión que han tenido que ir a pasar las noches junto a sus rebaños, para vigilar y evitar ataques de estos animales.
Esta pastora recién titulada ya tiene un rebaño de 250 ovejas, pero ella misma dice que "aún no las conozco, para ser pastora me queda mucho". Será cuestión de tiempo que se haga con todas y su nueva profesión.
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