Una mujer de unos sesenta y tantos años tuvo un giro radical en su vida cuando a su marido, siete años más joven, le diagnosticaron demencia precoz. “Lo que ha trastocado nuestras vidas por completo”, confiesa. Aunque ya está en edad de jubilarse, asegura que no piensa hacerlo todavía: “Planeo trabajar mucho más tiempo.” Además, la propiedad familiar también puede generar ingresos.
Es su segundo matrimonio y, como dice, tuvo suerte de no haber mezclado las finanzas: “Por suerte, no mezclé nuestras finanzas.” Su marido, que era autónomo, había tenido durante treinta años una casa de unas cuatro hectáreas. Pero todo cambió cuando enfermó: “Casi lo perdimos todo cuando se enfermó.” En ese momento, él debía unos 18.700 euros (20,000 dólares) en la hipoteca. Ahora deben refinanciar el próximo año y pagar las deudas del negocio, según recoge el medio Market Watch.
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Ahora paga ella la hipoteca y las facturas
Ella, mientras tanto, se puso manos a la obra. “Aumenté mis ingresos. Me puse al día con la hipoteca y estoy pagando todas las facturas del hogar.” Dice que ha reducido los gastos al mínimo posible y que incluso ha conseguido mantener el seguro dental y médico para los dos: “He reducido nuestros gastos de vida tanto como he podido, y tengo seguro dental y de salud para ambos.” Repite con determinación: “Planeo trabajar durante muchos más años.”
Según explica, la opción más barata sería mantener la propiedad y refinanciar el año que viene, ya que “hay mucho valor acumulado.” Se pregunta qué plazo sería mejor al hacerlo: “¿Pido una hipoteca a 10, 15 o 30 años cuando refinanciemos?” Su plan es conservar la casa en la familia con ayuda de los suyos. “Tenemos un testamento y estamos asegurando todo para protegernos.”
El experto cree que ha reaccionado “como una campeona” pero aconseja poner los documentos legales en orden
En respuesta a su petición de ayuda por las dudas en sus finanzas, un experto financiero de Market Watch cree que ha afrontado la situación “como una campeona.” En lugar de quedarse atrapada en preguntas como “¿Por qué nosotros?”, decidió seguir adelante. Aumentó sus ingresos, puso las cuentas al día y está utilizando el patrimonio familiar para pagar las deudas del negocio de su marido, todo con la cooperación de su familia.
Sobre la hipoteca, le explica que elegir entre 10, 15 o 30 años dependerá del tipo de interés y de la capacidad del patrimonio para asumir el pago. Advierte que puede llegar un momento en el que tengan que vender la casa para pagar los cuidados cuando la enfermedad avance, pero añade algo importante: “Solo puedes hacer una cosa, un día a la vez.” Y cierra con un elogio sincero: “Él tiene suerte de tenerte a su lado.”
También le aconseja poner en orden los documentos legales. Recomienda que su marido firme un poder notarial duradero mientras aún tenga capacidad mental: “El poder notarial debe ser duradero y debe especificar que tú tomarás decisiones en su nombre cuando esté incapacitado.” Además, puede asignarla para tomar decisiones médicas: “También puede designarte para que tengas poder notarial para decisiones de salud.” Así quedaría constancia, por ejemplo, si no desea ser mantenido con respiración asistida: “Si no desea estar con soporte vital, por ejemplo, esta directiva médica avanzada lo diría.”
El texto continúa recomendando la creación de un fideicomiso: “Crear un fideicomiso ayudaría al albacea de tu esposo (es decir, tú) a evitar la sucesión.” Tener estos documentos listos antes de que la enfermedad avance evitará complicaciones futuras, como tener que solicitar la tutela legal.
También menciona la posibilidad de acceder a beneficios de la Seguridad Social estadounidense: “Alguien con Alzheimer de inicio temprano que tenga menos de 65 años puede calificar para la elegibilidad acelerada del Seguro por Discapacidad del Seguro Social (SSDI).” Después de dos años cobrando ese seguro, podría acceder a Medicare antes de los 65. Además, puede contratar una póliza complementaria o un plan Advantage. “Medicare cubrirá los cuidados paliativos, que brindan el mayor confort posible a los pacientes terminales en los últimos días o meses de vida”, cita AARP. “Un médico debe certificar que tienen una expectativa de vida de seis meses o menos.”
El mensaje final del columnista es esperanzador: lo que ella ha conseguido tras el diagnóstico es recuperar algo que parecía perdido: la certeza. Puede que no sepa cuánto tardará la enfermedad en avanzar, pero ha puesto en marcha suficientes medidas legales y financieras para que, cuando llegue el momento, ambos estén protegidos.