La crisis de personal cualificado en la construcción española se agudiza año tras año. Según la Guía del Mercado Laboral 2025 de Hays, el 94% de las empresas de construcción tiene dificultades para encontrar perfiles adecuados, en un contexto donde más del 55% de los trabajadores supera los 45 años y la cantidad de jóvenes menores de 30 años ocupadas en el sector se ha reducido del 25,2% en 2008 al 9,2% en 2022, según la Fundación Laboral de la Construcción.
A pesar de la demanda, cada vez menos jóvenes quieren dedicarse a la albañilería. Eduardo Roldán, un albañil de 46 años con 30 años de experiencia en el sector, lo explica al pódcast Sector Oficios diciendo que “el esfuerzo físico que exige el trabajo no compensa con las exigencias salariales desproporcionadas de quienes no tienen experiencia ni formación”.
Además, añade que “la gente que hay quiere ganar más de lo que ganas tú sin saber hacer nada". Y añade con contundencia: "Se piensan que porque sepan poner cuatro ladrillos ya son oficial de primera".
Para él, la paradoja es demoledora cuando compara con otros sectores. "Mi hijo este verano se ha estado ganando 1.400 euros de socorrista en una piscina, sentado en una silla con su sombrillita. Entonces, a un chaval con 1.400 pavos por hacer eso, dile que se vaya a la obra al sol", plantea.
"Pruébame un mes y me pagas lo que tú creas conveniente"
La vida laboral de Eduardo es un reflejo de cómo ha evolucionado el sector familiar. Con apenas 16 años, tras terminar segundo de EGB que repitió, se dio de alta en el régimen general en la empresa donde trabajaba su padre como encargado. Al año siguiente, con 17 años, montaron su propia empresa familiar con sus dos hermanos. "Lo que me dijera mi padre, pues montamos una empresa", recuerda.
Ahora y tras años de experiencia en el sector tiene una empresa la cual hay que decir, que llegó a sobrevivir a la crisis de 2008, cuando tuvieron que hacer un ERE y quedarse con apenas dos o tres trabajadores, y que llegó incluso a trabajar en Guinea Ecuatorial montando ventanas cuando aquí escaseaba el trabajo. "Hemos tenido la gran suerte de que a día de hoy no nos han debido nunca dinero ni nos deben ni debemos", sostiene con orgullo.
Pero su propuesta para los jóvenes que llegan pidiendo salarios altos es clara: "Yo no soy partidario de llegar y decir 'yo quiero ganar tanto'. Pruébame un mes y me pagas lo que tú creas conveniente, luego yo ya decidiré si me quedo o me voy". Y añade: "Yo tengo clarísimo: pruébame un mes, dame una obra, dame una herramienta y luego valoras lo que me tienes que dar. Yo no tengo ningún inconveniente en pagarte 2.500 o 3.000 euros, pero demuéstramelo".
Con las rodillas machadas, los riñones hechos polvo y tres trabajadores de baja
Más allá del dinero, Eduardo se muestra contento al saber la felicidad que le hace el construir. "Llegar a un terreno y encontrártelo todo de tierra y a los 10 meses haber una casa ahí que la has hecho tú con tus manos", narra. "Me retiro, me voy a la acera de enfrente, veo la casa y estoy pensando cuando estaba en el tejado, cuando estaba en la fachada. Eso es gratificante", añade con emoción.
Pero el físico pasa factura. "Tengo 46 años y tengo las rodillas machacadas, los riñones hechos polvo, las manos arrugadas, llenas de callos. La construcción machaca físicamente", explica. De hecho, añade, que de los cuatros trabajadores que tiene, tres están de baja; uno de 63 años con prótesis de rodilla que lleva 18 meses, otro con dos costillas rotas y problemas de rodilla, y un tercero de 62 años operado del túnel carpiano y codos. "No los veo volviendo porque aparte ya son mayores, pero es que aunque volvieran, ¿dónde subo yo a un tío de 63 años a cuatro alturas de andamio?", se pregunta.
También denuncia en como esta hecho el sistema público de pensiones, más concretamente en lo referente a la edad de jubilación. "Yo bajaría la jubilación. Que sea demostrable que has estado 30 años en la construcción y que el que vaya a trabajar sepa que no va a tener que estar hasta los 65, que por lo menos a los 55 se va a jubilar", sostiene como propuesta de incentivo estructural.
Eduardo también ve con preocupación la falta de jóvenes dispuestos a aprender desde abajo. "No hay gente, y la gente que hay quiere ganar más de lo que ganas tú sin saber", insiste. Mientras otros oficios parecen atraer algo más, la albañilería apenas despierta vocaciones. "El 65% de los albañiles tenía más de 45 años en 2024. En 10 años no queda mucho más", advierte.
Para este albañil esta claro que el dinero es importante, pero hay otro que le preocupa más, y son, las condiciones laborales. "Yo ahora le diría a mi hijo que estudiara, que no se metiera en esto. Pero luego ves la casa que has hecho con tus manos y es gratificante. El problema es que a los chavales no les compensa lo gratificante con lo duro" finaliza.