El Banco Central Europeo (BCE) acaba de anunciar la ejecución de la novena subida de los tipos de interés. Christine Lagarde pulsó así el botón del encarecimiento del dinero justo cuando la política de endurecimiento monetario que capitanea la máxima institución económica continental para combatir la inflación sopla las velas de su primer cumpleaños. El coste del dinero llega ya al 4,25% y la facilidad de depósito, al 3,75%, cuando hace un año se ubicaba en el -0,5%.
Con los últimos datos de análisis sobre la deriva pasada, presente y estimaciones futuras de la economía de la eurozona, la presidenta del BCE volvió a exhibir firmeza ante la resistencia en su particular duelo con la inflación. Esta se ubica en el 6,8% en Alemania, el 7,8% en Austria, el 6,7% en Italia o el 1,6% de España y Bélgica, según los datos interanuales y armonizados de junio de Eurostat.
La de la eurozona se desinfló al 6,1%, su cifra más baja desde el estallido de la guerra en Ucrania. Una eurozona a dos velocidades que añade un punto de dificultad a la toma de decisiones de la institución con sede en Fráncfort del Meno (Alemania). Mientras Alemania continúa en recesión, con los precios subiendo del 6,3% al 6,8%, al igual que el desempleo, España cerrará el año con un mayor crecimiento, del 2,5%, según el FMI, y una menor inflación de la prevista inicialmente.
¿Cuándo bajarán los tipos de interés?
El dato de la inflación de la eurozona de junio evidencia que la arriesgada estrategia del BCE, que debe moverse en la fina línea entre enfriar la economía sin caer en las garras de la recesión, funciona. Aunque lo hace a un menor ritmo del esperado hace un año. Además del pinchazo del globo del alza de precios, la constatación de la caída del crédito entre los estados miembro y las empresas es un hecho.
La capacidad de inversión se ha moderado drásticamente y el camino a la financiación se ha obstaculizado tanto que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha alertado del peligro de que vuelvan repetirse las voladuras financieras que sufrieron el Deutsche Bank o Credit Suisse en marzo. Entre abril y junio, las solicitudes de préstamos de las empresas cayeron a mínimos históricos, con un porcentaje neto del -42%, en contraposición al -38% del trimestre anterior.
Precisamente el objetivo que busca la institución: congelar la economía y la circulación del dinero para bajar la inflación a ese objetivo considerado normalizado del 2%. Lagarde, así, deslizó simbólicamente que otra subida en septiembre podría ser la última. Esta décima subida ya ha pasado a ser probable pero no necesaria ante la debilidad de los crecientes síntomas de debilidad de los indicadores de alarma.
Aunque no se cortó en confirmar que los tipos se mantendrán en niveles restrictivos el tiempo que sea necesario. Y la inflación subyacente, la que excluye elementos volátiles como alimentos o energías y la que se usa como baremo para tomar medidas, resiste.
Consecuencias de las subidas de los tipos de interés
Los expertos económicos también vaticinan que los tipos de interés, por ende, se mantendrán al alza. El FMI estima que el precio del dinero podría empezar a moderarse en Europa el año que viene, por lo que las consecuencias se mantendrán un tiempo prolongado. El menor consumo, el impacto en el mercado inmobiliario o el mayor premio a los ahorradores son otras consecuencias.
En España, las principales víctimas volverán a ser los hipotecados de tipo variable, que observarán un nuevo encarecimiento de sus cuotas hipotecarias, que ya sobrepasan anualmente de media los 1.000 euros.
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