Son muchos los que piensan en comprar una vivienda como inversión y, por lo general, para hacerlo buscan inmuebles a precios bajos. No suele haber casas y pisos más baratos que los que están okupados, pero ¿Son realmente una buena inversión? Antes de comprar una de estas viviendas hay que tener una serie de factores en cuenta, y una inversora inmobiliaria ha contado su experiencia real comprando una vivienda okupada.
A través de sus redes sociales, Helena Soto ha contado un caso real que le ocurrió a ella misma en una de sus primeras inversiones, cuando aún no tenía experiencia, y que parece un tutorial de todo lo que puede salir mal cuando se decide invertir en un piso “chollo” con okupa dentro.
La oportunidad parecía de oro, una vivienda en Madrid por 26.000 euros cuando el resto de la zona rondaba los 40.000. ¿El truco? Había un okupa dentro. Una práctica que suele ser habitual entre okupas, instalarse en una vivienda de banco para que cuando la compre un inversor le pague por marcharse, explica Helena.
Sin experiencia previa, la inversora lo vio claro: “¿Qué puede salir mal? Esto es un plan sin fisuras”, relata con ironía.
Los okupas se habían empadronado en la vivienda y la inversora aprendió una gran lección
Lo que en principio parecía un chollo, fue finalmente rodó un golpe de realidad. Lo primero es que tuvo que contratar una empresa especializada (3.000 euros) para negociar con el okupa, y además pagarle a él también para que aceptara irse. “El okupa al final quería otros 3.000 euros para poder salir. Se los pagamos también y el día que estaba en notaría, ellos al mismo tiempo estaban negociando con el okupa para que saliera”, explica Soto.
Lo peor no fue el desembolso económico extra, sino cuando le entregaron un papel con la fotocopia del DNI del okupa. Ahí descubrió uno de los grandes secretos del mercado de la okupación, el okupa estaba registrado oficialmente en la casa que acababa de comprar. “Aprendí que los okupas se pueden empadronar en una vivienda, o sea, resulta que es legal”.
Además del problema del okupa y el dinero que tuvo que pagar, se le abrió otro frente, la reforma, pues había comprado el inmueble sin saber el estado en el que se encontraba.
El margen de dinero del que disponía era tan ajustado que no podía hacer una gran inversión, así que decidió escoger la opción más barata, algo que asegura, fue un error.
“Una vez más cometí el error de contratar al reformista más barato, que a mitad de la reforma me dejó tirada y se llevó el dinero”.
El resultado fue un piso sin terminar, imposible de vender, y en uno de los barrios “más peligrosos de todo Madrid”. Según cuenta, “todo el mundo me cancelaba las visitas en la puerta, ya que era uno de los barrios más peligrosos de todo Madrid. Yo no sabía ni lo que había comprado”.
Los problemas con el piso duraron un año hasta que un comprador extranjero se quedó con la vivienda tal como estaba con la condición de que le dejara que fuera el quién terminase la reforma.
Con el dinero que le ofreció por comprar el inmueble, Helena aceptó sin pensárselo dos veces. “Ese era el número en el que yo simplemente ni perdía ni ganaba y dije, ‘Aquí la tiene usted’. Con un lazo”.
Gracias a esta experiencia la inversora explica que aprendió una gran lección: “lo barato sale caro”.