Cada vez más parejas se lanzan a construir un proyecto profesional conjunto, motivadas por la ilusión y la oportunidad de trabajar hacia un objetivo común. Sin embargo, unir vida sentimental y emprendimiento puede ser un desafío. Así lo explica Adriana Auset, fundadora y directora de AUSET Abogados, en una entrevista concedida a NoticiasTrabajo, donde recuerda que “cada pareja es un mundo, con particularidades y necesidades diferentes”.
Auset advierte de que “compartir tantas horas del día y espacio de trabajo resulta mucho más difícil” y que separar la vida personal de la profesional puede convertirse en un auténtico reto. Por ello, señala que “lo principal es establecer límites” y decidir, por ejemplo, “cuándo mantener conversaciones sobre el trabajo en casa, o si no mantenerlas jamás”.
Su visión es clara, emprender en pareja “es una apuesta arriesgada que a algunos les puede salir muy bien y a otros les puede resultar desastroso.” La abogada insiste en que una de las claves es “saber controlar el lenguaje y la sinceridad extrema para que las críticas y conflictos en el trabajo no afecten o afecten lo menos posible a la relación”. Aun así, recuerda que emprender juntos también tiene ventajas si se gestiona bien, porque “tener más conexión, tener objetivos comunes, compartirlo todo, sin duda ayuda a obtener un mejor rendimiento.”
Blindar el negocio antes de empezar para prevenir ante una posible ruptura
En el plano jurídico, Auset considera “imprescindible” definir desde el inicio qué aporta cada miembro de la pareja y cómo funcionará la empresa. Insiste en que existen herramientas que no deberían faltar en ningún proyecto conjunto, como “un pacto de socios, un protocolo para empresa familiar o acuerdos prematrimoniales”.
Según explica, estos documentos sirven para cubrir aspectos como las aportaciones iniciales, la distribución de beneficios, la asunción de deudas, y “decidir qué tipos de inversiones se pueden o no realizar”.
Además, recalca que es esencial “elaborar un plan de negocios detallado y suscribir los acuerdos detallados” para poder anticiparse a conflictos futuros.
Auset también subraya la importancia de definir el marco matrimonial o económico bajo el que se emprende, y que “debe determinarse los derechos de cada miembro de la pareja en la sociedad.”
Del mismo modo, recuerda que los acuerdos prematrimoniales, aunque no estén regulados en toda España, “son la herramienta más útil y sana a la hora de esclarecer los términos de la salud financiera en caso de divorcio”. En ellos se pueden reflejar “todas las cuestiones sobre las cargas del matrimonio, las posibles futuras deudas, el reparto de propiedades en caso de divorcio, así como todos los aspectos sobre la empresa de uno o ambos futuros contrayentes.”
Qué ocurre con la empresa si llega la ruptura
Aunque muchas parejas no lo contemplan, el final de la relación es una posibilidad real. Adriana recuerda que la empresa puede quedar protegida si se ha elegido el régimen económico adecuado.
“En el caso de haber contraído matrimonio en régimen de separación de bienes, el divorcio no afecta ni a la titularidad ni al funcionamiento de la sociedad.”
En cambio, “si se ha contraído matrimonio en régimen de gananciales, la empresa se convierte en un activo del matrimonio que deberá incluirse en la liquidación de la sociedad ganancial”. Es decir, las ganancias generadas durante el matrimonio se reparten al 50%, independientemente de quien aparezca como titular de las participaciones.
Además, Auset advierte que hay situaciones comunes que muchas parejas desconocen. Por ejemplo, cuando uno de los miembros del matrimonio trabaja en el negocio familiar sin estar correctamente remunerado; en ese caso, “podría dar lugar en caso de divorcio a una pensión compensatoria o una compensación económica”.
También recuerda que si ese miembro forma parte de la plantilla, “el divorcio no puede ser motivo de despido, pues sería declarado nulo”.
En conclusión, el mensaje de Adriana Auset es claro, emprender en pareja puede ser una oportunidad extraordinaria, pero también un riesgo emocional y económico. Por ello, insiste en que la clave está en la prevención, los acuerdos y la claridad desde el inicio. “No hay fórmulas mágicas”, explica, pero sí mecanismos suficientes para evitar que una ruptura arrastre al proyecto profesional que tanto esfuerzo costó levantar.