Samanta, agricultora indignada: "Dicen que no queremos trabajar la tierra, pero no es que no queramos, es que no podemos. Para entrar necesitamos un milagro"

La joven cuenta en sus redes cómo, a pesar de la vocación, las barreras económicas y la falta de financiación hacen casi imposible el relevo generacional.

Samanta agricultora de Níjar |TikTok | Canva
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El debate sobre el futuro del campo suele centrarse en la falta de mano de obra, pero pocas veces se abordan los problemas para acceder a él como nuevos propietarios. La situación actual, definida por costes disparados y márgenes de beneficio ínfimos, hace que muchos jóvenes se vean obligados a renunciar a este oficio.

La agricultura se presenta como un sueño inalcanzable para muchos candidatos, sobre todo porque, en muchas ocasiones, la inversión inicial es prohibitiva. Así lo explica Samanta, una joven agricultora, que responde a aquellos que critican a la juventud. "Mirad, hoy vengo indignada. Dicen que los jóvenes no queremos trabajar la tierra, que no hay gente que se quiera dedicar a la agricultura. Perdona, si no es que no queramos, es que no podemos", expone en un vídeo publicado en su cuenta de TikTok. 

En estos casos, cuando alguien intenta iniciar su explotación, explica que se encuentra con una barrera muy alta: la económica. "¿Sabéis lo que cuesta hoy en día comprar una finca? Mínimo 100.000 €. ¿Quién tiene 100.000 € tirados por ahí?", se pregunta. A pesar de las ganas de trabajar, la joven reconoce que las entidades bancarias no ofrecen el respaldo necesario.

Un círculo imposible

Samanta, agricultora de Níjar, cuenta en su perfil las dificultades financieras para emprender en el sector. Entre ellas, la falta de financiación y la burocracia de las subvenciones. "Los bancos no te financian el 100%, ni de broma. Luego la primera campaña cuesta dinero. Para sembrar una plantación te cuesta dinero. ¿Y la ayuda que existe? Te piden que seas titular de la explotación”, asegura.

Sin embargo, se encuentra con la realidad de que las ayudas están mal planteadas para quien empieza de cero, que no puede optar a ellas si no es titular. "Pero, ¿cómo voy a ser titular si lo que necesito es esa ayuda para poder comprarla? Es que es un círculo imposible. Que si no te toca la lotería, no entras", explica Samanta frustrada. Reconoce que lo peor no es el trabajo duro, sino la comparación con épocas anteriores donde el esfuerzo sí permitía prosperar.

El riesgo de arruinarse

La agricultora compara la situación actual con la de sus abuelos. "Nuestros abuelos con una campaña, con la primera, pagaban la finca, porque antes el coste de la tierra era mucho más bajo, los insumos eran más bajos", añade.

El problema, señala, se encuentra en el cambio drástico del modelo económico. Antes los bancos sí te financiaban “porque el riesgo era mínimo”, añade. "Hoy los costes se han disparado. La tierra vale como si fuera oro", sentencia.

El pesimismo sobre el futuro del campo español es un sentimiento cada vez más común entre los emprendedores que, como a Samanta, apuestan por este trabajo. "Los márgenes que tenemos por kilo son ridículos y si tienes una mala campaña te arruinas. Así que hoy para entrar en la agricultura necesitamos un milagro. Si no cambia algo, el futuro del campo se muere", concluye.

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