La edad si algo te enseña es a tener experiencia y de eso, nadie sabe más que un jubilado. Así, a los 80 años, los recuerdos se convierte en una experiencia incuestionable, pero sin que llegar a edad edad no exista heridas. “Uno cree que siempre hay tiempo, pero no lo hay”, resume una mujer de 85 años que cuenta al canal de Royki igual que otros jubilados, cuales han sido sus mayores errores .
Según una investigación de la Universidad de Harvard liderada por el psiquiatra Robert Waldinger el modo en que hombres y mujeres procesan el arrepentimiento no es el mismo. Waldinger explica que “las mujeres tienden a lamentar no haber vivido una vida más auténtica demasiado pendientes de lo que los demás pensaran de ellas”. Por su parte muchos hombres admiten que “trabajaron demasiado descuidaron el tiempo en familia y reprimieron sus emociones”.
Sobre esto, de las entrevistadas hay una que resume lo que vivieron miles de niñas en la España de mediados del siglo pasado. “Me decían hoy no vayas al cole quédate con tus hermanos … a las mujeres nos apartaban para estudiar” relata una jubilada de 85 años. “Yo no he tenido la suficiente educación me hubiera gustado” se lamenta.
“Me siento como en una segunda juventud”
Aunque las historias duelen por lo que muestras también hay otras que sorprenden por su vitalidad. “Me siento como una segunda juventud no me duele nada quiero llegar a los 90 o los 100” dice un hombre que irradia alegría. Otros destacan el valor de la actitud. “Si estoy bien yo puedo estar bien con los demás” explica un jubilado que defiende que la clave de la vida ha sido siempre “estar bien conmigo mismo”.
Ahora, esa serenidad no esta libre de traumas o soledad. Un jubilado explica que sufrió un derrame cerebral lo describe sin dramatismos pero con verdad “pierdes la vida en un momento hay que aceptarlo pero se sufre mucho”. Aun así continúa saliendo cada día “con dos bastones pero cada día salgo de casa”.
Pero si hay que repiten los jubilados es “ver la realidad”. “Eran tiempos muy difíciles no tenías para escoger” afirma un hombre que fue alcalde de su pueblo. Para muchos trabajar era el único destino posible. Desde carpinteros que emigraron a Alemania Italia o Luxemburgo hasta mujeres obligadas a quedarse en casa para cuidar a sus hermanos.
Ese peso del deber aparece en cada frase. “Somos lo que hemos sido y la vida se basa en dos cosas salud y proyectos si tienes proyectos vives si no para qué vivir”. Lo dice una mujer que perdió a su marido pero que sigue moviéndose por ilusión más que por costumbre.
“La vida es para disfrutarla disfrútala al máximo”
Cuando se les pregunta por los jóvenes la respuesta oscila entre preocupación y afecto. “Que se preparen bien porque el futuro está muy complicado”. “Paciencia es necesaria en la vida”. “Respetarse a uno mismo y respetar a los demás”.
Otro lo dice sin rodeos “constancia la constancia la constancia al final llega el premio”. También advierten sobre el abuso del móvil “demasiado móvil demasiado móvil que tengan más contacto con la gente eso es lo bonito”. Hay quien defiende trabajar con pasión “el trabajo tienes que hacerlo con alegría porque si no no llena”.
Entre los testimonios surge la historia de un matrimonio que demuestra que la compañía también se aprende. “Llevamos más de 60 años juntos” dice un carpintero que enviaba cartas a su mujer desde medio mundo. La clave según él “quererse mucho y aguantar cosas uno del otro porque también hay discusiones”.
Esto último es muy importante, la vida es efímera y pasa volando. “Si pudiera hacer algo diferente sería traer a mi marido aquí ya está en el cielo” relata una jubilada.

