A sus 100 años, Jimmy Hernández sigue conduciendo, es capaz de subirse al tejado para hacer reparaciones y acaba de celebrar su centenario lanzándose en paracaídas. Este californiano, veterano de la Segunda Guerra Mundial, padre de 12 hijos y cabeza de una familia con más de 120 descendientes directos, ha convertido la longevidad en un desafío personal contra todos los mitos sobre la vejez.
“No me dio miedo. Llevaba tiempo queriendo hacer este salto”, asegura Hernández, que decidió lanzarse al vacío tras ver al expresidente George Bush saltar en paracaídas en su 80 y 90 cumpleaños, según recoge el diario ‘Today’. Así, el 29 de agosto cumplió cien años y no dudó en regalarse la experiencia. “Sabía que si pasaba algo, sería lo último que haría, pero todo salió bastante bien”, afirma. Además, tanto su hijo como su nieto no quisieron perderse el momento y se unieron al salto del veterano de la familia.
La reacción de sus familiares osciló entre la admiración y el desconcierto. Una de sus nietas, Vickey Hernández Farley, reconoció que “pensé que estaba un poco loco”. Pero si algo ha demostrado Jimmy en un siglo de vida es que el miedo no es incompatible con el sentido común, ya que nunca ha tenido ninguna enfermedad grave y sigue haciendo trabajos de carpintería, así como el mantenimiento de su casa móvil, además de meterse debajo de ella o subirse al tejado cuando es necesario.
El secreto para llegar a los 100 años
Sin embargo, Jimmy puede ser el ejemplo perfecto para revelar el secreto que le ha permitido llegar a los 100 años de vida. Y, además, lo tiene muy claro. “Trabajé duro toda mi vida, muy duro y muchas horas por mi trabajo”, afirma el centenario, que empezó a trabajar de carpintero a los 22 años y no se jubiló hasta los 91.
Para sacar adelante a una familia numerosa, compaginó su oficio principal con todo tipo de trabajos, y hoy atribuye su vitalidad a “la ayuda de arriba” y a no haber abusado de nada: “Tienes que vivir una vida limpia y no abusar del alcohol, ni del tabaco, ni siquiera de la comida”, asegura.

Además, el ejemplo de Jimmy desmonta cualquier mito sobre la vejez, y advierte que “no puedes quedarte sentado viendo la tele porque engordas. Tienes que hacer ejercicio”. Incluso su nieta, Vickey, confirma que el movimiento, la actividad y el optimismo han sido la constante de su abuelo y tiene claro que quiere adoptar los mismos hábitos que él. “Quiero vivir una larga vida como mi abuelo, sin duda”, señala.
“Hay que disfrutar de la vida”
Jimmy no es el único de su familia que ha alcanzado la longevidad; su madre llegó a los 90 y una tía superó los 102 años. Pero el secreto, insiste, no está solo en los genes, sino en el espíritu: disfrutar de la vida, bailar, cocinar, tomarse un tequila de vez en cuando y no privarse del pastel de manzana.
La clave, según Jimmy, es vivir con una actitud positiva y cuidar los lazos familiares. Lleva 57 años casado con su segunda esposa, Dora, de 91 años, con quien vive de forma independiente. “Amar a la gente. Eso es lo que nos enseñaron mis padres: amarnos y abrazarnos. Simplemente hay que disfrutar de la vida”, resume. Hoy, con 100 años y la mirada puesta ya en el salto de su 101 cumpleaños, Jimmy Hernández se ha convertido en el ejemplo de que la edad solo es una cifra.

