Hay pequeños gestos de la vida diaria que, aunque no les damos ninguna importancia, pueden decir mucho de nosotros. Uno de ellos, según la psicología, es devolver siempre el carrito de la compra a su sitio. Una práctica que los psicólogos asocian a unas características personales dignas de admirar.
Las 8 cualidades admirables
Según recopilan desde ‘The Expert Editor’, estos son las 8 cualidades admirables que suelen tener las personas que siempre dejan el carro de la compra en su sitio, y no lo dejan tirado en el parking o en cualquier otro lado:
Consideración hacia los demás
Devolver el carro de la compra no solo implica cumplir con las normas, sino también ser conscientes de los demás. Demuestra que estás dispuesto a dedicar un minuto más de tu tiempo para facilitar el trabajo de otra persona y evitar posibles accidentes en el aparcamiento.
Responsabilidad
La devolución del carro refleja el compromiso de la persona con las normas sociales y la responsabilidad personal. Es su deber contribuir al orden social y cumple con ello. Según la psicología, las personas con un fuerte sentido de la responsabilidad son mucho más propensas a intervenir en público para evitar daños, incluso cuando la situación no es culpa suya.
Disciplina
Este gesto, aunque simple, implica hacer lo correcto, aunque no se reciba ningún premio por ello. Además, la psicología apunta a que estas pequeñas prácticas de “autocontrol”, como ordenar o recolocar objetos, refuerzan la autodisciplina general con el tiempo.
Respeto por la comunidad
La forma en la que nos comportamos en los espacios públicos es un reflejo del respeto que sentimos por la comunidad en la que vivimos. Con el caso del carrito de compra, demostramos respeto por la comunidad, ya que estamos asegurando que el aparcamiento se mantenga ordenado y seguro para que todos puedan utilizarlo.
Amabilidad
Devolver el carro de la compra se puede ver como una señal de compasión por el otro. Por ejemplo, hacia el trabajador que tiene que recogerlos y reordenar todos.
Integridad
Coger el carro y llevarlo a su sitio, cuando nadie nos está mirando ni aprecia lo que estamos haciendo, muestra integridad moral. Esto puede predecir nuestro comportamiento ético en otros contextos.
Paciencia
En un mundo cada vez más rápido, tareas pequeñas como esta ponen a prueba nuestra paciencia, decidiendo perder voluntariamente un minuto de nuestro tiempo para hacer esta buena acción.
Vivir con conciencia plena
Se podría decir que esta última resume todas las anteriores. Devolver el carro de la compra, aunque nos salga involuntario, es un acto de conciencia plena: somos conscientes de las repercusiones que pueden tener nuestras acciones, por pequeñas que sean, y elegimos hacer lo correcto y lo que tiene un efecto positivo en el mundo que nos rodea.

