Aunque muchas personas lo recuerdan como un juego infantil, el caminar intentando pisar únicamente las líneas del suelo no es un gesto tan inocente y a veces los vemos reflejando incluso en las personas más mayores. Según la psicología, este gesto se interpreta como un comportamiento que puede mostrar la necesidad de tener el control, el orden o incluso una curiosa forma de liberar tensión por alguna situación. A pesar de que muchas personas lo ven como una excentricidad sin importancia, en realidad este hábito muestra la manera en la que el ser humano organiza su mundo interior.
De entre todas las interpretaciones, la primera es, que esta “manía” está relacionada con la necesidad de tener el control. Al establecerse esa regla interna en la que “solo puedo caminar por las líneas” la persona crea esa norma en la que le crea por así decirlo esa “zona de seguridad” en un entorno que, de otra manera, podría parecer caótico. De esta forma, se puede en una especie de pauta que tranquiliza y que ayuda a ordenar lo que está fuera de su alcance. En otras palabras, que de forma inconsciente pone orden sobre lo cotidiano.
Otro de los motivos por lo que se camina pisando solo las líneas tiene que ver con la ansiedad. Los psicólogos explican que repetir conductas de este tipo reduce la inquietud interna y calma, aunque sea temporalmente, sensaciones de incomodidad o preocupación. En este sentido, se ha comparado con formas leves de compulsión, en el que la persona siente que, si no cumple con la regla de pisar las líneas, algo negativo podría ocurrir. Aun así, los expertos matizan que solo se convierte en un problema cuando la ansiedad es tan intensa que puede llegar a interferir en la vida diaria; en la mayoría de casos, se trata de un gesto inofensivo y pasajero.
Otro rasgo que supone el pisar las líneas del suelo tiene que ver con la inseguridad o la inquietud subyacente. Caminar mientras se fija únicamente en las líneas puede mostrar esa necesidad de tenerlo todo bajo control, de no dejar margen a lo imprevisto. Para otras personas, esta conducta sirve para canalizar mejor los nervios, mientras que para otras responde a una búsqueda constante de orden y perfección, de tal forma, que este gesto tan pequeño puede estar vinculado a una personalidad meticulosa, preocupada por los detalles y necesidad de tenerlo todo previsto.
Los psicólogos recomiendan, como en todo comportamiento no verbal, fijarse en el contexto, ya que no es lo mismo un niño que lo hace jugando, que un adulto que se muestra rígido, serio o incómodo al seguir las líneas. La tensión en el cuerpo, la prisa en los pasos o la expresión del rostro aportan pistas para distinguir entre un hábito lúdico o un patrón que refleja ansiedad. La clave está en observar si hay naturalidad o, por el contrario, un esfuerzo excesivo por cumplir la regla.

