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Sam Altman (40), creador de ChatGPT: “Siento una gran responsabilidad porque cientos de millones de personas hablan con nuestro modelo”

El debate sobre los avances y el impacto ético y social de ChatGPT continúa tres años después de su lanzamiento.

Sam Altman en The Tucker Carlson Show
Sam Altman (40), creador de ChatGPT: “Siento una gran responsabilidad porque cientos de millones de personas hablan con nuestro modelo” |YouTube
Ana Cara
Fecha de actualización:
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El próximo 30 de noviembre se cumplirán 3 años desde que nació ChatGPT, el chatbot de inteligencia artificial generativa desarrollada en 2022 por OpenAI. Irrumpió en el ecosistema tecnológico con el lanzamiento del modelo GPT-3.5 y desde entonces ha evolucionado tanto, que se ha incorporado con naturalidad a todos los ámbitos de nuestra vida. Tanto es así que, en estos últimos tiempos la inteligencia artificial copa todas las conversaciones en las que se plantean cuestiones morales y éticas sobre su comportamiento y su aplicación.

Más allá de las respuestas a esta cuestión el creador de ChatGPT, Sam Altman, ha explicado la responsabilidad que pesa sobre él en cuanto a los límites y los retos a los que se enfrenta: "Es una cuestión difícil porque hay muchas personas con diferentes perspectivas de vida, pero en general me ha sorprendido la capacidad general del modelo para aprender y aplicar un marco moral", asegura en una entrevista en The Tucker Carlson Show en YouTube, que ha recogido Esquire.

Conflictos éticos y morales de la aplicación

Las respuestas que ofrece ChatGPT en la actualidad son fruto de una consulta realizada a cientos de expertos en filosofía y otras cuestiones, explica el CEO de OpenAI: "Hemos consultado a filósofos morales y gente que ha pensado en la ética de la tecnología y los sistemas. Y al final nosotros tomamos las decisiones. Aunque no podemos acertar en todo y necesitamos también un feedback para buscar el equilibrio".

"Tenemos un equipo de comportamiento del modelo, pero la persona a la que hay que hacer responsable de las decisiones sobre qué marco moral se aplica soy yo. Soy la cara pública. No duermo bien por las noches. No he dormido bien ni una sola noche desde que se lanzó. Siento una gran responsabilidad porque cientos de millones de personas hablan con nuestro modelo. No me preocupa que nos equivoquemos en las grandes decisiones morales, aunque podamos hacerlo. Lo que me quita el sueño son las decisiones pequeñas que tomamos sobre cómo un modelo se comporta. El impacto es grande", añade Altman.

Altman reflexiona sobre la libertad que proporciona su inteligencia artificial a los usuarios y cómo ésta puede entrar en conflicto con la finalidad de su uso, que al final depende de quien la aplique: "Es una herramienta que construimos para todos y puedes usarla de muchas formas. Pero a medida que esta tecnología se vuelve cada vez más poderosa, hay cuestiones que entran en conflicto con la libertad del usuario. Por ejemplo, ¿debería enseñarte a construir un arma biológica incluso si tus fines son meramente investigadores?, ¿debería enseñarte a crear nuevas síntesis virales? Pero no hay un interés social en que ayude a crear armas biológicas", concluye Altman.

Espacio donde convergen los diferentes puntos de vista de la sociedad

"Un principio que tenemos es que respetamos las leyes de las diferentes sociedades. Al final, me veo como un facilitador o guía pero trato de reflejar la visión moral colectiva de la base de usuarios. Hay muchas cosas que ChatGPT permite con las que yo no estaría de acuerdo. Pero yo no impongo mi visión moral ni digo lo que está bien o no. Debe reflejar ese promedio ponderado de la visión moral de la humanidad, que evolucionará con el tiempo. Estamos aquí para servir a nuestros usuarios. Esto es una herramienta tecnológica para la gente. No es mi papel tomar las decisiones morales, pero sí que estamos reflejando con precisión las preferencias de la humanidad. Y debe haber un espacio para que la gente tenga puntos de vista morales muy diferentes", concluye el CEO de OpenaAI.

ChatGPT simboliza uno de los avances tecnológicos más brillantes de esta era digital, pero su existencia es un desafío. Una tecnología que es capaz de replicar y expandir nuestras capacidades, pero también de ponerlas a prueba. Tres años después de su aparición, hay reflexiones que quedan pendientes por hacer: ¿Dónde están los límites entre lo humano y lo artificial? ¿la ética, el progreso y la responsabilidad?. La responsabilidad, desde luego, radica en aquellos que desarrollan sus servicios, pero también en quienes los usan.