Pablo Ojeda es conocido por sus consejos sobre nutrición pero la publicación de su libro ‘Cuando me alimenté del juego’ (Alienta, 2025) muestra su historia de superación para rehabilitarse de la ludopatía que padece. Por esto, tuvo que ser ingresado, acumuló deudas, mintió a su familia y hasta se planteó vender un riñón por casi 60.000 euros. En varios programas de televisión y medios de comunicación ha contado una historia de la adicción que aunque está “diagnosticada como una enfermedad mental no se ve, porque no tiene apariencia física”.
En una entrevista para el programa Espejo Público, el nutricionista de 42 años contó cómo comenzó en los salones de juego. Fue con 25 años, trabajaba con su padre y estaba soltero (ahora es padre). Entonces, cuenta que “abrieron un salón de juego justo debajo de mi casa, estaba aburrido y bajé. Me tomé dos cervezas, y eché la monedas que tenía encima en una máquina”.
Al final, se llevó a casa 80 euros más y explicó que esta experiencia le dejó “una sensación satisfactoria”. Y ahí empezó su problema.
Vendió el coche de su padre y las joyas de su madre
En declaraciones a La Voz de Galicia, el conocido nutricionista explicó que “después de mucho tiempo en la sala de máquinas, el siguiente paso fue el casino”. Y este “ya es más peligroso”. A todo esto, hay que sumar que se resistía a admitir que tenía un problema, ya que generaba “una falsa sensación de seguridad, de decir yo controlo cuando no controlas nada”.
Además, apunta que “para llevar este tipo de vida te conviertes en mentiroso profesional, llega un momento en que lo tienes tan normalizado que forma parte de tu vida con una naturalidad bestial”.
Tomó malas decisiones, como por ejemplo vender su coche por 800 euros a la puerta del casino o coger dinero a sus padres. Incluso se planteó vender un riñón por 60.000 euros, “me lo pensé y no sé qué hubiera pasado en caso de aceptar, pero te ofrecen eso por el grado de desesperación que tienes”.
“Dejar el juego es difícil, porque tienes que reconocer algo que da vergüenza que lo sepa la gente”
Pablo Ojeda recuerda que le costó dejar el juego “por varios motivos”. El primero porque “es reconocer algo que te da vergüenza que lo sepa la gente, que tienes una enfermedad mental, que eres ludópata. No hay que olvidar que la ludopatía es una enfermedad mental calificada como tal por la OMS (Organización Mundial de la Salud) desde hace muchos años”.
Hace 13 años que entró en rehabilitación. “Lo difícil no es dejar el juego, sino alejarte de amistades que no eran adecuadas o del alcohol, volver a hacer deporte, mancomunar las cuentas, coger los tickets de cualquier cosa que me compraba, no podía tener ningún tipo de dinero negro y rellenar el espacio del juego que era infinito con otras actividades como el estudio”.
De hecho, durante ese tiempo comenzó a formarse como nutricionista. “Es complicado y por eso hay tantas recaídas” aunque, reconoce, “estoy en mi mejor momento”.

