Hay historias que son todo un ejemplo de superación. La de Ibu es una de ellas. Este joven senegalés de 26 años emigró a España en busca de mejores oportunidades, aunque para conseguirlas tuviera que realizar un peligroso camino. De hecho, mintió a su familia sobre el propósito de su viaje, ya que de saber que iba a cruzar el mar en patera sin saber nadar, nunca le hubieran dejado marcharse. Una acción que refleja la desesperación por conseguir una vida mejor.
Hace unos meses fue entrevistado en el pódcast de Quique Vasquez ‘Historias de Migrantes’, donde se relatan casos reales de personas que lo dejan todo para vivir el ‘sueño europeo’. En este caso, Ibu estaba estudiando en su país para ser médico pero, como era el mayor de 6 hermanos, no podía seguir haciéndolo, ya que sabía que su familia no podía costear los estudios de todos ellos.
Por ello, decidió sacrificarse para que sus hermanos pudieran ser lo que siempre habían soñado, aunque tuviera que cruzar mar abierto en patera. “Piensas que España es el paraíso nada más llegar”, relata, aunque luego se encontró con una realidad, al menos de primeras, muy distinta a la que había imaginado.
“Ningún padre va a aceptar que su hijo suba a un cayuco y encima sin saber nadar”
Ibu cuenta que muchas personas que deciden dar este paso usan las cámaras de las ruedas del coche como “chalecos” salvavidas. Asimismo, cuenta que el camino en Tánger por las montañas hasta coger el cayuco es “horrible”. En mar abierto, no es que la cosa mejore, porque no puedes dejarte caer, contra toda adversidad. Tal así, que tuvo que mentir a sus padres, diciéndoles que iba a participar en un concurso de estudios en Marruecos.
“Ningún padre va a aceptar que su hijo suba a un cayuco y encima sin saber nadar”, señala al respecto. Pese a ello, siguió con su decisión, movido por lograr un cambio en su familia que permitiera a todos salir adelante. Aún sabiendo que muchos “hermanos” migrantes no llegan y se quedan en el camino.
También advierte del peligro de las mafias, avisando de que son estas las que se encargan de contactar con los inmigrantes, buscando solo lucrarse de su desesperación. Les obligaron a todos a llevar ropa oscura y los metieron en un furgón para ir a Tánger, donde iban como “sardinas”, muy “apiñados”: “no puedes respirar pero piensas cuando llegue a Europa mi vida va a cambiar”.
Tuvieron que remar porque el cayuco no tenía motor
Ibu, sobre su trayecto en patera, narra que tuvieron que remar con todas sus fuerzas porque el cayuco no contaba con motor. Durante todo este tiempo no hacían más que pensar que mañana iban a almorzar en España, “esa era la esperanza”. De este episodio, también relata que uno de sus compañeros falleció, después de sufrir alucinaciones durante la travesía.
“Imagínate coger a tu propio hermano en tus manos para tirarlo en el agua, con el que habías salido juntos y habías dicho, ‘vamos a llegar bien’”, cuenta, señalando que fue un momento realmente duro donde la triste y el susto se adueñó de todos ellos. Muchos llegaron a pensar qué hacían allí, incluido él, temiendo que su padre atacara su madre ya que esta era su apoyo principal.
Se echó a llorar al ver tierra firme: “era un grifo abierto”
Siguiendo con su trayecto en la patera, Ibu explica que pasaba el tiempo y solo veían “agua y cielo, nada más”. Por ello cuando vieron tierra firme, y llegó salvamento marítimo, no puedo más que echarse a llorar: “era como un grifo abierto, había intentado varias veces llegar”. De hecho, lo intentó por la vía regular, solicitando un visado, pero el consulado siempre se lo rechazaba, sin justificación ni explicación “claras”.
Ese momento, asegura, es cuando más alegría ha sentido en su vida, si bien el inicio de su ‘nueva vida’ fue realmente complicado. “La vida es muy dura aquí España. Cuando llegue y empecé a salir vi a gente durmiendo en la calle y dije ‘¿Para eso he hecho este riesgo?’”, se preguntó, dándose cuenta de que llegan muchas noticias falsas que crean expectativas que no se corresponden con la realidad.
Ahora, después de 8 años en España, su perspectiva ha cambiado: “mi vida ha cambiado totalmente en España, ya tienes papeles, porque ya tengo mis documentos, y he hecho muchas actividades. He estudiado robótica, he trabajado en el sector industrial de robótica y luego he estudiado la carrera de mediador intercultural. Ahora mismo estoy trabajando en la Cruz Roja como medidor intercultural de los solicitantes de asilo en un proyecto que se llama Refus”, explica.
Asimismo, es representante de jugadores de fútbol y baloncesto y entrenador de baloncesto. Unas actividades que le han permitido lo que tanto quería, ayudar a su familia: “a todos mis hermanos le estoy pagando los estudios y tengo un hermano que ahora es un médico”, confiesa feliz, viendo que ha podido conseguir el sueño que él no pudo.
A todos los inmigrantes que, como él, han viajado y arriesgado todo por tener una vida mejor, les dice que “el camino es muy duro y muy difícil”, pero que “siempre hay que tener la paciencia”. Ahora, no aconseja a nadie subir a una patera: “no aconsejo a ningún hermano que coja una patera. Si veis la oportunidad de coger avión u otra cosa que no sea patera, sin saber nadar, sí, porque es miserable. Son miles las pateras que salen pero llegan 10. Es muy duro, no se lo aconsejo a nadie”, concluye.

