La abogada y madre, Ariadna Arbulu, ha tomado una decisión que va en contra de lo que parece la norma en muchas guarderías y colegios: “Mi hijo no va a ir a la mejor escuela infantil de la zona porque no estoy de acuerdo con que lo publiquen en sus redes sociales públicas”, explica en un vídeo que ha subido a la cuenta de TikTok de su bufete (@arbuluabogados).
“No creo que esto sea ético ni que se deba hacer”, añade, pero la situación se vuelve surrealista cuando al expresar su negativa a que la cara de su hijo acabase en Instagram o Facebook, la solución que le propuso el centro fue, directamente, apartarlo del grupo.
“Me dijeron que sería la única madre que no permite esto y que sería una pena no tener estas fotos, etcétera. Yo les dije, ‘Si es que yo quiero las fotos, pero me las pasáis a mí. No tenéis que subirlas a ninguna red social’. Pero su política es esa, y punto”.
Lejos de quedarse ahí, el tema de conversación continuó fuera de la escuela. En el parque, algunos padres la abordaron con la misma idea: “A nosotros nos da igual eso, ¿qué más da? Si total, no pasa nada”. Pero Ariadna insiste en que el peligro es real y subestimado: “De 30 niños que son, parece que soy la única que ve cierto peligro en que la cara de mi hijo rule por ahí en redes sociales públicas, que cualquiera se la pueda descargar y hacer lo que sea con ella”.
El riesgo de exponer a los niños en redes sociales
La abogada va más allá y pone cifras al riesgo: “El 70% del contenido que se ha requisado a pedófilos es contenido que los padres han subido a redes sociales”. Es un dato demoledor, pero apenas logra mover a otros padres:
“En la calle cuando lo hablo se me tacha de loca, como me ha pasado en el parque. Ay chica, qué exagerada eres, ¿no? Pues mira, si siendo exagerada protejo la cara de mi hijo, su intimidad y su integridad, contenta estoy de ser una exagerada”.
Además, advierte de un fenómeno en auge: la utilización de fotos de niños subidas a Internet para crear desnudos falsos mediante Inteligencia Artificial y después extorsionar a las familias. “Este es el último caso que yo he visto. Realizar desnudos y posteriormente pedir una recompensa. Pero esto es lo menos peor como malo que te puede pasar”, advierte.
Ariadna lo tiene claro y, de momento, ha preferido buscar una escuela “más normal, donde se respetan nuestras decisiones”. Pero no olvida la presión social: “Cuando me dijeron eso de que sería la única madre de esa escuela infantil que no aceptaría esta práctica, no les creáis, sinceramente”, lamenta.

