Austria se prepara para un gran apagón y alerta a Europa. “La cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo”, deslizaba su ministra de Defensa, Klaudia Tanner. La casi postal apocalíptica que predice el Gobierno austriaco, a través de unos servicios de seguridad y militares con credibilidad fundamentada y que ya alertaron cuatro años antes de la llegada de una pandemia que finalmente se produjo en 2020, ha extendido la incertidumbre.
La probabilidad del ‘blackout’, como se le denomina a este teórico suceso en el que caería todo el sistema eléctrico y con el que casi ni se concibe el modo de vida actual, es la segunda amenaza mundial “más probable” en los “próximos cinco años”, según avisan los servicios militares y de inteligencia austriacos, que no solo previenen a sus ciudadanos en la campaña que ha establecido el país: “Todas las redes eléctricas de los países europeos están interconectadas en la red eléctrica europea, de manera que, si hay un apagón, las luces podrían apagarse en toda Europa”.
Los temores de este “peligro real, pero subestimado”, como lo califica Tanner, han calado en los huesos europeos. O al menos han hecho el amago con la formulación de la cuestión de este escenario que haría de nuevo ‘parar el mundo’: ¿Y si el apagón llega a España?
¿Puede haber un gran apagón en Europa?
A pesar de la afirmación del Gobierno austriaco, es poco probable que se produzca un ‘blackout’ a nivel europeo. La estructura eléctrica de la eurozona está conceptualizada individualmente y divida en regiones:
- La región Europea Continental
- La Báltica
- La Nórdica
- La Británica
- La Irlandesa
- Además de los sistemas aislados de Chipre e Islandia.
Es decir, aislada de las demás fronteras eléctricas del resto de zonas, precisamente, para evitar que esto ocurra. De forma que al estar tan mallada, de estar diseñada en sucesivos sistemas herméticos, un país podría rescatar al otro ‘energéticamente’ si se produjera un apagón en el mismo. Consecuentemente, una caída a nivel global de todas las zonas sería improbable.
Pero no imposible, aunque para ello debería producirse una catástrofe a nivel global. Como por ejemplo, que Rusia y Arabia Saudí, productores de gas y que alimentan a Europa, cerraran sus producciones. Aunque aún quedaría el carbón.
¿Podría haber un gran apagón en España?
Es poco probable, porque al igual que en plano europeo, el entramado eléctrico español está muy mallado. “el suministro llega en su inmensa mayoría desde Argelia, y a pesar de tensiones puntuales como las que se están viviendo en los últimos meses es casi imposible que el suministro baje a cero”, explica la propia Red Eléctrica Española (REE), que afirma que el modelo español es objeto de copia de muchos países por su seguridad.
La mayoría del suministro eléctrico del que se alimenta España proviene del gas de Argelia. Concretamente un 25%. Por tanto, solamente si Marruecos pegara el portazo totalmente a España tras las tensiones después del cierre de la planta de Magreb con el invierno a la vuelta de la esquina, podría surgir cierta inquietud.
“En ese caso sí que podría haber problemas, porque la colaboración europea no paliaría el problema: nuestras conexiones con Francia solamente cubrirían un 10%. En España actualmente se puede cubrir una demanda de unos 100.000 megavatios por hora. Pero somos prácticamente una isla en materia energética”, contesta la REE. Una potencia, además, distribuida en diferentes fuentes como las nucleares, hidroeléctricas, renovables y gas.
Un precedente en España
De hecho, esto ya ocurrió recientemente aunque a pequeña escala. El pasado mes de julio, un avión que volaba por el Pirineo francés tratando de sofocar un incendio dañó una línea eléctrica de alta tensión estructural para España que interrumpió el suministro a algunas zonas.
La decisión que tomó el centro de operaciones del REE, ubicado en Alcobendas y operativo las 24 horas, fue parar la corriente momentáneamente en distintas empresas para que los hogares no sufrieran los perjuicios hasta que todo se solucionó en menos de una hora.
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