Rosario Carmona tiene 58 años y más de 30 de experiencia en el sector público y privado, y desde que se quedó en paro hace ya siete años, ha enviado el currículum a más de 150 empresas. Ninguna de ellas le ha contestado. Su rutina diaria pasa por repasar continuamente la bandeja de entrada de su email esperando una cita para una entrevista de trabajo o una notificación de que ha sido preseleccionada para alguna vacante. “Sólo encuentro silencio, no me llaman, no me citan…”.
En una entrevista para el diario de la Universidad de Chile, Usach, ha explicado que cuando perdió su trabajo estaba tranquila. “Pensé que encontraría algo pronto, pero pasaron los meses, los años, llegó la pandemia de la covid y las puertas del mercado laboral seguían cerradas para mí”. Su desesperación por conseguir un contrato de trabajo ha llegado al punto de plantearse que “creo que ni siquiera leen mi currículum”.
Ha estudiado en la Universidad, donde ha completado una licenciatura y luego completó varios posgrados. Cuenta con 30 años de experiencia tanto en el sector público como en el privado. Y precisamente en este punto es donde más fe tenía. “Pensaba que tantos años trabajando sería una perfecta carta de presentación”.
Aunque sigue desempleada, consigue de vez en cuando empleos puntuales realizando asesorías y gracias a las empresas de sus familiares. “Nunca pido favores, lo que quiero es trabajar, tengo experiencia y energía pero la sensación de que en el mercado laboral me ven como a una jubilada”.
“He trabajado más de 30 años, no acepto que mi tiempo se haya acabado”
Aunque sigue enviando currículum y no le responden, mantiene la esperanza de conseguir un empleo. “He trabajado más de 30 años, no entiendo por qué ahora parece que mi tiempo se ha terminado”, afirma en la entrevista. “Creo que la edad, cuando la vamos cumpliendo, para muchos es más que un número, pasando a ser una barrera invisible”.
Un psicólogo que trabaja para la Universidad de Chile, donde se ha publicado el reportaje, llamado Antonio Letelier, señala que existen perjuicios hacia las personas que tienen más de 50 años y que estos son “culturales y organizacionales”.
Entre estos aparece la creencia de qué llegada cierta edad, hay más tendencia a faltar al trabajo por causa de una enfermedad o que “son menos flexibles ante los cambios”. “Una persona que tiene 50 años hoy en día no es igual que hace 20. La expectativa de vida, la salud y las capacidades laborales han cambiado, mejorando. Pero los estigmas siguen presentes”.
“Cuando alguien mayor siguiente que la experiencia no cuenta a la hora de conseguir un trabajo, aparecen síntomas de ansiedad, depresión, preocupación o problemas para gestionar el tiempo”.
“La innovación en las empresas pasa por integrar la experiencia”
La directora comercial de Randstad, Bárbara Cisterna, también ha opinado sobre la situación de esta mujer. “Las empresas cometen un gran error de estrategia, excluyendo este talento. La innovación de verdad no se consigue reemplazando la experiencia, sino integrándola. El futuro del empleo es multigeneracional”.
Según los informes, retener el talento es un reto para el 71% de las empresas, y descartar a profesionales con experiencia como Rosario es “una injusticia y una pérdida de competitividad”.

