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María Pastor (25 años) vive en Alemania: “el dinero no da la felicidad, pero un futuro laboral sí. Y eso es lo único que en España no puedo encontrar”

Aunque requiere todo un sacrificio, esta joven confiesa que no podría tener su estilo de vida en España, pudiendo estar independizada, viajando, y con “los caprichos” que quiere.

María Pastor, durante el vídeo
María Pastor (25 años) vive en Alemania: “el dinero no da la felicidad, pero un futuro laboral sí. Y eso es lo único que en España no puedo encontrar” |TikTok @mariapaastor
Esperanza Murcia
Fecha de actualización:
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No son pocos los jóvenes españoles que, cansados de no encontrar una oportunidad en España, deciden marcharse al extranjero para probar suerte. Contratos de prácticas que se suceden durante años, pluriempleo, salarios precarios… Son algunos de los motivos que les empujan a buscar un futuro mejor al que podrían encontrar aquí. Al menos en el ámbito laboral. Y así poder independizarse y empezar a marcar su propio camino.

Es el caso de María Pastor, una joven de 25 años que, hace un año (cuando tenía 24 años), decidió contar en su cuenta de TikTok el motivo por el que, a pesar de las dificultades, que las hay, seguía viviendo en Alemania. Y es que sus familiares ya amigos no paraban de repetirle ese “¿Por qué no te vuelves a España?”. Una cuestión que, confesaba entonces, era la pregunta que más le dolía.

En el vídeo cuenta el porqué. Y tiene mucho que ver con la perspectiva de futuro a la que se enfrentan muchos jóvenes en España. “Llevo alrededor de unos 3 años viviendo en Alemania y creo que todas las personas que vivimos en Alemania compartimos una misma opinión”, comenzaba explicando, “y es que es un país muy complicado en el que vivir”, para después ir desgranando cada una de ellas.

Las dificultades de vivir en Alemania

“Yo soy una chica de sol y playa. Aquí el tiempo, el 80%, por no decir el 90% del tiempo, es horrible. Hace frío, lluvia, granizo, nieve, por lo que podemos decir que el tiempo no se ajusta mucho a mi forma de ser”, relata María, en lo que sería la primera desventaja. A esta, se suma el hecho de que “el estilo de vida y la vida social aquí en Alemania están muy lejos del estilo de vida en España. No tienen absolutamente nada que ver. Son como el día y la noche”.

En tercer lugar, y muy importante, está el idioma, una barrera difícil de franquear ya que, según contaba, “Alemania no es un país el que con el inglés te puedas manejar. Sin duda necesitas el alemán para todo”. En este sentido, explicaba que, en el centro de Berlín o Múnich, en establecimientos famosos como Starbucks, sí te van a entender en inglés, pero en lo que es el día a día, y de verdad hacer vida, realmente es necesario el alemán. Aunque sea “un mínimo”.

El cuarto inconveniente, como cabe esperar, es tener a la familia y a los amigos lejos. Ahora, ¿por qué entonces decidió seguir viviendo en Alemania?

“¿Sería capaz de tener este estilo de vida en España? Obviamente, no”

Esta joven cuenta que, a menudo, hablando con sus amigos, descubre la situación que les está tocando vivir en España, a la hora de intentar buscar un trabajo “y ver que lo único que les ofrecen son contratos de prácticas, sueldos con los que ni de lejos se van a poder independizar”. Sobre esto, denuncia que, sí, “a día de hoy, una carrera universitaria, unos estudios, no te garantizan absolutamente nada”.

Por ello, “aunque las comparaciones son odiosas”, se compara “sin querer” y piensa: “Oye, María, tienes 24 años, estás independizada, vives en una casa preciosa, ni en tus mejores sueños ibas a pensar que ibas a poder permitirte vivir ahí. Puedes permitir viajar, comprarte los caprichos que quieras y ahí pienso, ¿y sería capaz de tener este estilo de vida en España? Y la respuesta siempre es, obviamente, no”.

Y es que, como responde rotunda a la pregunta inicial: “el dinero no lo da todo, el dinero no da la felicidad, pero un futuro laboral sí. Y eso es lo único que en España no puedo encontrar”. Una afirmación que realmente es muy cruda: “Creerme que es muy triste el independizarte y no poder llamar a una amiga para venir a tomarse un café, tener un mal día y no poder ir a comer a casa de tus padres o darles un abrazo, querer despejarte y no poder llamar a una amiga y decirle, ‘Oye, vamos al cine o a tomar algo’ o tener unos abuelos que se están haciendo mayores y no puedo ir a verlos todos los días. Es duro, pero es la realidad”.

Y continúa profundizando en esta situación tan difícil que otros jóvenes también han tenido que vivir en su propia piel: “Aunque suene muy feo, muy duro y muy brusco, el día de mañana el amor por mis padres no me va a dar de comer. El amor por mi familia no me puede dar una casa, así como tampoco me va a poder dar un estilo de vida con el cual pueda mantener a unos niños o formar una familia, porque es así, triste, pero es así. Entonces, yo cada vez que hablo con ellos les intento hacer ver que lo que estoy haciendo ahora es como una especie de sacrificio para mi futuro. No solamente profesional, sino también personal”, concluye, intentando transmitir una realidad adversa por la que han tenido que transitar muchas personas jóvenes.

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