35.001 nuevos casos de cáncer de mama se diagnosticaron en España este año. Así se recoge en el informe “Las cifras del cáncer en España 2023”, elaborado por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Red Española de Registros de Cáncer (REDECAN). Representan a un 29% de todos los cánceres femeninos en el país, siendo, a nivel mundial, el cáncer más común entre las mujeres y el segundo más frecuente en términos globales, superado solo por el cáncer de pulmón.
Tal como explica la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), gracias a la investigación en cáncer de mama, a la prevención y a la detección precoz, la mortalidad por esta enfermedad ha disminuido de una forma significativa. En los últimos años, se ha logrado aumentar la supervivencia media del cáncer de mama a 5 años hasta el 85%.
Sin embargo, siguen incidiendo, no todos los tumores son iguales y, en algunos casos, sigue existiendo un mal pronóstico: el cáncer de mama triple negativo, el más agresivo y mayor probabilidad de recaída; el HER2+, caracterizado por su agresividad y mal pronóstico; o el metastásico, con una tasa de supervivencia a 5 años del 25% (según los datos de 2022 para Estados Unidos de American Cancer Society), muy alejada del 85% de todos los cánceres de mama.
En un evento celebrado este mismo jueves, 19 de octubre, por el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, la directora médica de la AECC, Mari Luz Amador, ha indicado en este aspecto: “Gracias a la detección precoz y a la investigación, el cáncer de mama es uno de los tumores con mayor supervivencia. Pero aún queda mucho por hacer, sobre todo en esos subtipos de tumores complejos”. Pero la investigación no es el único de los retos. Las personas que se enfrentan y superan esta enfermedad también se merecen una sociedad a la altura, y ahí entra también la reinserción laboral.
“Toxicidad financiera” del cáncer de mama
Las personas que han padecido o están atravesando un cáncer de mama, deben enfrentar otro reto incluso después de haber superado la enfermedad: su reinserción laboral. Un estudio de la Asociación Española Contra el Cáncer, de 2020, reflejaba que un 42% de las enfermas con trabajo antes del cáncer de mama habían perdido casi todos sus ingresos; algo que provoca una situación económica severa en el 21% de los hogares, y que muchas pacientes (un 4%) afrontaban sin ningún tipo de soporte familiar.
En el mismo estudio, se recogía que, entre gastos directos, ocultos y pérdida de ingresos por bajas, despidos y reducciones de horarios, el cáncer de mama podía suponer un coste de hasta 42.000 euros. Cerca de 9.200 euros corresponderían a gastos directos como productos farmacéuticos o servicios médicos sanitarios. Concretamente, el 96% de las pacientes había gastado una media de 3.590 euros en gastos médicos como servicios de nutrición, pruebas, servicios de psicología o rehabilitación, entre otros.
“Queda todavía mucho que hacer en esta labor”
Una de las trabajadoras sociales de la Asociación Española Contra el Cáncer, Paloma Hidalgo, cuenta a ‘NoticiasTrabajo’ la realidad laboral de las pacientes y supervivientes del cáncer de mama. El primer asunto a debatir, ¿se debe realizar una adaptación del entorno de trabajo? Hidalgo explica que, tras finalizar todo el proceso oncológico, muchas mujeres siguen con secuelas físicas o emocionales, por lo que sí habría que pensar en las necesidades de la persona que recién se incorpora, sobre todo al principio.
Se trata de adaptaciones centradas al ritmo de trabajo que puedan asumir en ese momento. Pueden ir desde reincorporaciones progresivas, hasta mantener el teletrabajo durante un tiempo. En su opinión, cree que las empresas sí que tienen todavía mucho que hacer en esa labor, de dejar que la persona se incorpore, de entenderla.
En este sentido, desde la asociación se encuentran tanto a pacientes en las que la empresa da estas “facilidades”, como empresas en las que se les obliga a trabajar al 100% nada más aterrizar, al mismo ritmo, y “es el paciente el que debe poner unos límites”. Si bien, a su juicio, la realidad es que la mayor parte de compañías no han hecho este trabajo, y no lo están haciendo, también se da el caso contrario, contando algunas hasta con un protocolo.
Es el rayo de esperanza, aunque no son mayoría, sí se empieza a visibilizar la realidad de una persona que acaba de pasar por un proceso oncológico, y empiezan a trabajarla. Sobre su labor, las trabajadoras sociales de la AECC facilitan información y orientación en distintos sentidos: dudas de trámites que surgen del proceso oncológico, ya sea la incapacidad o recursos como la dependencia; resolución de dudas de temas laborales; préstamos de material orto protésico; o informarles sobre el protocolo de ayudas económicas, entendiendo la pérdida de ingresos que sufren estas personas.
En este escenario, la pérdida de ingresos, es desde el que parten muchas personas que acaban de superar la enfermedad y que están buscando su reincorporación en el mercado laboral: “Muchas personas tienen que reinventarse. Al final tienen que volver a empezar, a encontrar su lugar… Viendo qué es lo que se les da bien, cuando no pueden dedicarse a lo mismo que antes”. Para todo este proceso, tienen un taller de orientación laboral, con el objetivo de ayudarles a volver al mercado de trabajo, para saber cómo empezar.
Sobre estos inicios, hay un miedo compartido que sienten en estos talleres, el de responder en la entrevista al vacío laboral que aparece en su currículum. Se pueden tirar uno o dos años sin trabajar a causa de la enfermedad, y es algo por lo que suelen preguntar, y que inquieta a todas las que han pasado por ella: “¿Cómo me enfrento a esa gran pregunta?” ¿Lo cuento? ¿Si no me preguntan por ello, lo explico igualmente?
Al respecto, cuenta que algunas empresas no tienen mayor problema, y lo entienden, pero algunos pacientes sí creen que les han podido desestimar del puesto porque han pasado por un proceso oncológico, por el hecho de que van a tener que pasar en el futuro por unas revisiones médicas periódicas: “Es un miedo que muchas manifiestan”.
¿Cómo superar estas barreras laborales?
El mensaje de Paloma Hidalgo, trabajadora social para la AECC, es claro: “Me parece muy importante que las empresas, y en general la sociedad, y más ahora a raíz de la ley del olvido oncológico, le quiten miedo a que alguien comience a trabajar con ellos después de pasar por un proceso oncológico. No les hace ni ser menos trabajadora, ni perder si potencial, ni ser peor que nadie”.
También cuenta que, algunas pacientes, experimentan cómo la miran con cara de pena, o no le dan determinadas tareas porque creen que no son válidas, cómo sufren cierta dificultad para promocionar. Debe haber un equilibro, aunque no es siempre lo que se está produciendo: “Hay muchas pacientes que sienten eso, que en su puesto ya no le dan las responsabilidades que le daban antes”, cuando sí se sienten capacitadas para realizarlas. También ocurre al revés, gente que nada más llegar le dan toda esa responsabilidad y no pueden asumir ese ritmo. “Es un poco como un todo o nada. De 0 a 100”.
¿Cómo conseguir el equilibrio? “Lo más importante, si una trabajadora se incorpora después de un proceso así, es ser empático, tener una escucha activa y sentarse a hablar con ella para saber en qué punto está. Qué puede hacer y cómo, trabajar de manera conjunta, mano a mano”, sentencia Paloma.
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