La hostelería en España se ha considerado tradicionalmente uno de los sectores más precarios para trabajar. Jornadas infinitas, horas extra sin remunerar, turnos partidos y dificultades para conciliar la vida personal y laboral, forman parte del día a día de muchos trabajadores. Este es el caso de Helen, que ha expresado su malestar con las condiciones de trabajo que tiene en un negocio de hostelería. En especial ha hecho referencia a uno de los grandes problemas que arrastra la hostelería y otros muchos sectores en España: los turnos partidos.
Esta camarera ha explicado su frustración en redes sociales, ante una práctica que considera totalmente desfasada: “Yo voy a citar un facto y me voy. Aún sigo sin entender cómo no se han eliminado los turnos partidos en los trabajos”.
“¿Cuándo descansas? ¿Cuándo comes?”
Helen describe con claridad cómo funciona este tipo de jornada, poniendo un ejemplo muy habitual en la hostelería. “Porque, ¿qué es eso de entrar a las 12? ¿Salir a las 5, volver a entrar a las 8 y salir a las 12?”, pregunta. Pero aclara que el problema no es solo el horario concreto, sino el concepto en sí. “Da igual el horario, como si entras por la mañana y luego vuelves a entrar por la tarde. Es lo mismo”, añade.
La principal consecuencia, señala, es la imposibilidad real de descansar, porque “¿cuándo descansas? ¿Cuándo comes, cuándo? Nada”, señala. A esto se suma el tiempo perdido, en el que sobre todo encuentra dificultades cuando el domicilio está lejos del centro de trabajo. “Porque si te pilla lejos de tu casa o tienes que coger el coche o tienes que ir caminando media hora, ¿para qué?”, expresa.
Helen insiste en que ese tiempo entre turnos no es un descanso efectivo. En muchos casos, apenas sirve para volver a casa, sentarse “en el sofá 5 minutos y volverte a tener que ir porque claro te tienes que duchar, arreglar y tienes que volver al trabajo andando”, indica.
Establecer un cuadrante de menos horas para eliminar los turnos partidos
Frente a esta organización, la camarera plantea alternativas sencillas que, en su opinión, serían mucho más humanas y eficientes, aunque alguno quiera justificar “las 40 horas” de trabajo. Helen propone “un cuadrante de menos horas o simplemente una semana de mañana, una semana de tarde y la siguiente semana ya turno partido”.
Una reflexión que, según ella, no debería ser polémica en pleno siglo XXI, pero ante la que siente “rabia”.

