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Victoria Ortiz, profesora de matemáticas, tras reincorporarse después de un año y medio de baja: "Me entró una crisis ansiosa"

Victoria relata cómo fue su primer día tras volver en septiembre al colegio después de haber sufrido acoso por parte de sus estudiantes.

Victoria Ortiz, profesora de matemáticas
Victoria Ortiz, profesora de matemáticas |COPE
Ana Cara
Fecha de actualización:
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Uno de cada cinco docentes, el 22,5%, sufre agresiones verbales, según una encuesta realizada por el CSIF a más de 5.000 profesores de centros públicos de enseñanza de España. Las agresiones verbales suponen el 51% de las incidencias, seguido de los conflictos derivados en las redes sociales. El cuestionario revela que las mujeres sufren ligeramente más estas situaciones violentas que los hombres. 

Estos ataques implican graves consecuencias sobre su salud mental que merma la capacidad para acudir al puesto de trabajo y hacer frente a la situación. Es el caso de Victoria Ortíz, profesora de economía y matemáticas en Almería, y el de Eduardo de Burgos, que no ha querido revelar su identidad. Ambos han relatado en el programa de ‘Herrera en Cope’ sus experiencias traumáticas como docentes. 

Regresar ha sido un desafío

Victoria volvió al colegio después de un año y medio de baja laboral y excedencia. El primer día, en el que no había alumnos presentes, reconoce: “fue un poco desastroso”. No solo eso, fue traumático: “Me entró una crisis ansiosa [...], pasear por las aulas, enfrentarme de nuevo a esos pasillos, te das cuenta de que lo que tienes es un estrés postraumático”, confiesa. 

Eduardo, por su parte, explica que su día a día, cada mañana cuando se levanta,  consiste en: “intentar por lo menos tener una especie de control, sobre todo mantener un control sobre ti mismo”, lo que implica no mostrar ansiedad o temor ante la clase. Una especie de coraza emocional, como afirma. 

De las agresiones verbales, al acoso

Los alumnos no solo han sido capaces de proferir insultos contra Eduardo, sino que el hostigamiento ha escalado, pasando de escribir insultos en la pizarra, hasta invadir su vida privada: “Siendo un pueblo pequeño, parece ser que me siguieron desde el instituto hasta mi casa”. Ese día lanzaron “bolitas de papel mojado” a la ventana de su casa. 

Victoria cuenta que hay momentos en los que ha temido por su integridad física, episodios que no han prosperado porque considera que se quedan ‘en chiquilladas’. Sin embargo, subraya el problema de la desprotección: “Ya no es que tú digas temo porque se cumpla la amenaza del alumno. En la mayoría de casos no. Lo que temo es que no me va a respaldar la administración”. 

Se les percibe como agentes autoritarios 

Eduardo considera que la pérdida del respeto puede deberse a un “cambio en la figura del profesorado”. "Muchos alumnos le consideran como alguien autoritario que solamente quiere molestarles", opina. Esta idea, unida a la "falta de confianza en la educación formal", hace que el conocimiento se perciba solo como un medio para ganar dinero y no como una forma de crecimiento personal. 

Victoria lo explica con un ejemplo reciente de un padre que acudió a cuestionar el examen por el cual había suspendido su hija: “¿Qué tipo de mensaje como padre le estás trasladando a tu hijo?", se ha preguntado la docente. Un mensaje que debilita la imagen de estos profesionales y el valor del aprendizaje real

Cómo se enfrentan al futuro

Ante este panorama, Eduardo reflexiona sobre la posibilidad de vivir en el extranjero, donde encontrar un lugar que salvaguarde al educador. Sin embargo, su vocación es más fuerte: "Nunca se pierde realmente. Yo creo que al final lo único que queremos es ayudar", ha concluido. 

Victoria advierte un rayo de luz entre las muestras de cariño de sus estudiantes, a las que se aferra para seguir, aunque admite preguntarse todos los días “en qué momento” pensó que la enseñanza era su sitio.