Cada vez más docentes españoles expresan el desgaste que está provocando en la profesión el sistema educativo. A la elevada ratio de alumnado por aula se añaden las necesidades individuales, diversas en cada caso, que requieren atención específica, lo que complica la dinámica de enseñanza. Otra de las preocupaciones que se suman a las existentes, es cuando, además, acuden a clase con síntomas de enfermedad. Una situación que incrementa el riesgo de contagios y genera una carga adicional de gestión para el profesorado que, en muchos casos, podría evitarse si el alumno permaneciera en casa. Esta es la idea de la que parte Albert Vives, profesor de matemáticas en un instituto catalán, quien ha expresado en un vídeo su malestar ante esta realidad.
El docente ha asegurado que, en su colegio, todos los días de esta semana el profesorado se ha visto obligado a contactar a primera hora con varias familias para que recogieran a sus hijos y ha pedido a los progenitores si pueden “hacer el favor de no llevarlos al colegio o al instituto si están enfermos”.
Una situación habitual que desborda a los centros
En su vídeo, publicado en redes sociales, Vives ha explicado que el problema afecta a docentes de Cataluña, España y “del planeta”, apuntando a un fenómeno extendido que compromete el funcionamiento normal de las aulas. Ha cuestionado que algunos padres afirmen que sus hijos “a las 7 de la mañana se encontraban bien” y que, sin embargo, “a las 8 tengan fiebre”, un argumento que muchos equipos consideran poco creíble.
Albert ha insistido en que los centros educativos no están concebidos para cubrir funciones asistenciales y que la responsabilidad de atender a un menor enfermo recae siempre en su familia. “Las instituciones educativas no son guarderías, que yo soy matemático, no soy niñero”, ha recalcado, subrayando el desgaste que genera realizar esta gestión extra.
Además, ha recordado que la exposición continuada a enfermedades comunes repercute directamente en la salud del personal de los centros. “¿Vosotros queréis ir a vuestro puesto de trabajo y exponeros al riesgo de pillar un gripazo? Entonces, ¿por qué los docentes sí que tenemos que hacerlo? ¿Somos menos?”, ha apuntado.
Conciliación familiar y responsabilidades: un debate abierto
Vives reconoce que la conciliación laboral es un desafío para muchas familias, pero advierte de que trasladar esa carga a los centros no es una solución sostenible. Ha sido claro al afirmar que los familiares no pueden “eludir estas responsabilidades" y esperar que las asuman ellos cuando no les "corresponden”.
En su relato, también ha descrito una situación que, según afirma, se repite con frecuencia: al preguntar a un alumno enfermo por qué ha asistido a clase, algunos responden que sus padres les han indicado que debían acudir igualmente. Para el docente, esta dinámica añade un componente moral complicado, ya que obliga a interrumpir la jornada laboral de las familias cuando les llaman para recoger al menor. “No son mis hijos. La responsabilidad de cuidarlos si están enfermos no es mía, es tuya como padre o madre”, explica.
Impacto en la convivencia escolar y petición de empatía
El educador ha advertido de que permitir la asistencia de menores con síntomas no solo afecta a los docentes, sino también al resto del alumnado, que puede verse expuesto a contagios innecesarios. Vives ha pedido una mayor comprensión hacia los profesionales de la educación. “No tenemos por qué coger un gripazo en nuestro puesto de trabajo”, ha señalado, recordando que los alumnos que conviven con un compañero enfermo “tampoco tienen por qué ir a su centro educativo y salir enfermos”.
Ha cerrado su intervención con un llamamiento a la responsabilidad familiar que va más allá de la decisión de que “tu hijo tiene que seguir siendo funcional a pesar de estar enfermo”, y ha insistido en que el bienestar común requiere de la colaboración para evitar que los colegios asuman tareas que no les corresponden.

