La comunidad científica especializada en el control del tabaquismo ha abierto una brecha nunca vista con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en vísperas de una cita (la más importante por así decirlo) para la política sanitaria global. Más de 50 expertos independientes en farmacología, toxicología y políticas de salud pública han lanzado un manifiesto conjunto dirigido a los delegados de la 11ª Conferencia de las Partes (COP-11) del Convenio Marco para el Control del Tabaco (FCTC), que se celebra esta semana en Ginebra.
El mensaje es contundente y directo y es, que la estrategia “abstencionista” de la OMS, que equipara los productos de nicotina sin combustión al tabaco tradicional, no solo ignora la evidencia científica, sino que podría estar obstaculizando la reducción de los ocho millones de muertes anuales atribuidas al tabaquismo en el mundo.
El documento, publicado en la plataforma Expert Wall, reúne a figuras de primer nivel académico como David Nutt, del Imperial College de Londres, o Neal Benowitz, profesor emérito de la Universidad de California. La tesis central del grupo es que la OMS se ha instalado en una “postura ideológica” que rechaza el concepto de reducción de daños, una estrategia pragmática aplicada con éxito en otros ámbitos de la salud pública, como la prevención del VIH o el consumo de drogas.
“El tabaquismo mata a una escala similar a la pandemia de la covid-19”, advierte el profesor Nutt. “Tenemos alternativas sin humo que reducen drásticamente el riesgo, pero la OMS se ha atrincherado contra el vapeo y otras opciones, poniendo todos los obstáculos posibles”. Según los firmantes, la insistencia del organismo internacional en que la única vía válida es el cese total del consumo ignora la realidad de millones de fumadores que no pueden o no quieren dejar la nicotina, condenándoles a seguir consumiendo el producto más letal: el cigarrillo de combustión.
El conflicto entre dogma y evidencia
Para que lo entendamos, el núcleo de esta crítica radica en la negativa de la OMS a diferenciar entre la nicotina(sustancia adictiva pero de riesgo relativo bajo) y el humo de la combustión, responsable de la inmensa mayoría de cánceres y enfermedades cardiovasculares. Los expertos citan revisiones de la organización Cochrane, considerada el estándar de oro en la evidencia médica, que certifican con “alta certeza” que los cigarrillos electrónicos son más efectivos para dejar de fumar que las terapias de reemplazo de nicotina tradicionales, como parches o chicles.
Clive Bates, exdirector de la organización Action on Smoking and Health (ASH) en el Reino Unido, califica la documentación preparada por el secretariado del FCTC para la cumbre de Ginebra como “el peor documento sobre reducción de daños jamás visto”. Para este grupo de científicos, la resistencia a integrar productos como el vapeo, el tabaco calentado o las bolsas de nicotina (pouches) en las estrategias nacionales no protege a la población, sino que “protege el mercado de cigarrillos” y ralentiza el progreso sanitario.
Los firmantes señalan los casos de éxito de Suecia, Reino Unido y Nueva Zelanda, países que han integrado estas alternativas en sus políticas públicas. Suecia, por ejemplo, está a punto de convertirse en el primer país “libre de humo” (con una tasa de fumadores inferior al 5%) gracias a la aceptación social del snus y las bolsas de nicotina, logrando las tasas más bajas de cáncer de pulmón de Europa.
España se alinea con la ortodoxia de la OMS
La denuncia de los expertos internacionales impacta de lleno con España, especialmente con su próximo marco regulatorio. El Gobierno, a través del Ministerio de Sanidad, ha endurecido su postura en 2025 con una reforma de la Ley Antitabaco que se alinea estrictamente con las directrices más restrictivas de la OMS y se aleja del modelo de reducción de daños que defienden estos científicos.
La nueva normativa española equipara a efectos prácticos el vapeo y el tabaco calentado con el cigarrillo convencional. Entre las medidas más polémicas se incluye la prohibición de fumar y vapear en terrazas y espacios públicos al aire libre, la proscripción de los dispositivos desechables y la eliminación de los aromas (mentolados, frutales o dulces), bajo la premisa de que actúan como puerta de entrada para los menores.
Ahora bien, los expertos reunidos en el Expert Wall advierten de que estas restricciones pueden tener efectos contraproducentes. Arturo Ribes, presidente de la Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo (UPEV), ha señalado que el 95% de los usuarios de estos dispositivos en España son fumadores o exfumadores que buscan una alternativa menos dañina. “Si se eliminan los sabores, que es lo que busca el usuario adulto para alejarse del sabor a tabaco, muchas tiendas estarán abocadas al cierre y los usuarios podrían volver al cigarrillo tradicional”, alertan desde el sector.
Una medida que impacta en el empleo en España
La tensión entre la protección de los menores y la oferta de alternativas para adultos fumadores es el eje del conflicto. Mientras el Ministerio de Sanidad utiliza la retórica del “caballo de Troya” para justificar restricciones severas, pero la realidad es otra muy diferente, ya que es el propio Gobierno quien dispone de los mecanismos para impedir el acceso de los menores, unificando y restringiendo los canales de venta exclusivamente a estancos y tiendas especializadas. A pesar de ello, el anteproyecto de ley y el real decreto omiten medidas concretas para limitar la venta a estos canales controlados, dejando un vacío que paradójicamente podría facilitar el descontrol que se pretende combatir.
Además, existe el temor fundado, corroborado por experiencias en otros países como Australia, de que una prohibición estricta de productos demandados derive en un auge del mercado negro, donde no existen controles de calidad ni de edad para los compradores.
La cumbre de Ginebra se presenta, por tanto, como un campo de batalla ideológico y científico. De un lado, la OMS y países como España, que abogan por una política de “tolerancia cero” y equiparación de riesgos. Del otro, una comunidad científica independiente cada vez más vocal que pide pragmatismo y regular los nuevos productos de forma proporcional a su riesgo para acelerar el fin de la era del tabaco quemado. “Negar estas alternativas”, concluye el manifiesto, “es, en efecto, preservar el dominio del producto más letal”.

