Siempre se ha hablado de las condiciones laborales de los camareros donde en muchos casos se han visto resignados a jornada laborales interminables y bajos salarios. Pero ¿Y la otra cara de la moneda? Es decir, ¿es realmente rentable tener un bar? Pues, aunque muchos puedan pensar que si lo es, nada más lejos de la realidad. Detrás de cada café servido hay alquileres cada vez más altos, facturas de luz desorbitadas, sueldos que pagar y unos márgenes que apenas permiten mantenerse a flote.
Así lo muestra el creador de contenidos Eric Ponce, que ha recorrido varios bares en España entrevistando a sus propietarios. Sus testimonios pintan un panorama de sacrificio constante y rentabilidad escasa. “Hoy en día un bar no te da para hacerte rico, es para trabajar y sobrevivir”, resume uno de ellos.
“Invertí más de 60.000 euros y aún estoy pagando deudas”
Lejos de ser un negocio barato de montar, abrir un bar supone un desembolso inicial muy elevado. Entre traspasos de unos 30.000 euros, reformas, licencias y equipamiento, la inversión puede superar fácilmente los 50.000 o 60.000 euros.
“Tuve que hacer todo nuevo, el local estaba para tirarlo. Solo en reformas y permisos se fueron más de 60.000 euros”, explica una hostelera. Otro propietario recuerda que, además, cada permiso o trámite administrativo implicaba meses de espera y más costes añadidos.
A esto se suma la subida del alquiler, que en muchos casos ha pasado de 500 a 800 euros mensuales en pocos años, junto a facturas de luz y agua que se han duplicado desde la pandemia.
“Se gana para vivir, no para ahorrar”
El gran mito que desmontan los testimonios es el de la rentabilidad. Los bares ya no son máquinas de hacer dinero, sino negocios de pura supervivencia. Un empleado puede costar más de 2.000 euros al mes entre sueldo y Seguridad Social, lo que obliga a un local con dos trabajadores a vender miles de consumiciones solo para cubrir nóminas.
A esto se suma que los precios de cafés o menús apenas se han podido subir mientras los gastos no dejan de crecer. “Ganas para vivir, pero no para ahorrar ni para hacerte rico. Hoy un bar es solo un medio para trabajar por tu cuenta”, confiesa uno de los entrevistados. En muchos casos, los propios dueños recurren a sus familiares porque no pueden permitirse más personal: “Mi esposa y mi nuera vienen a echar una mano porque no puedo contratar a más gente”, explica otro propietario.
“He dejado de lado a mi familia, este negocio te absorbe”
El sacrificio personal es otra de las grandes cargas. Jornadas de 12 a 15 horas diarias, abrir fines de semana y festivos y apenas tiempo libre hacen que muchos hosteleros reconozcan haber sacrificado su vida familiar.
“Me he perdido la infancia de mis hijos. Entro a las cinco de la mañana y no salgo hasta las nueve de la noche”, relata un propietario. Otro es contundente: “Cualquier trabajador asalariado tiene más derechos y menos horas que nosotros. Como autónomos estamos vendidos”. La falta de personal cualificado y la rotación constante agravan aún más el problema, obligando a los dueños a cubrir ellos mismos la mayor parte de las horas de trabajo.
“La competencia ha reventado los precios”
En ciudades como Barcelona, los bares tradicionales compiten con locales regentados por familias asiáticas que trabajan todos los días del año y ofrecen precios más bajos. “Cuando llegaron reventaron los precios. Nosotros no podemos subirlos al mismo ritmo que suben nuestros gastos”, denuncian.
Para sobrevivir, muchos intentan diferenciarse con comida casera, trato cercano y ambiente familiar, pero aun así reconocen que cada vez es más difícil fidelizar clientes.
¿Es rentable abrir un bar en España?
La conclusión de los hosteleros es unánime y dicen que abrir un bar hoy no es un buen negocio. Quien lo hace debe tener experiencia previa, hacerse con una licencia antigua y estar dispuesto a trabajar jornadas maratonianas.
“Hace diez años todavía podía ser rentable, ahora no. Con los márgenes actuales es inviable”, explica uno de los entrevistados. Otro lo resume así: “Un bar da para comer, no para hacerse rico. Si montas uno pensando en ganar mucho dinero, te equivocas”.
Pese a la importancia cultural y social que siguen teniendo los bares en España, la realidad económica que muestran los testimonios recogidos por Eric Ponce deja claro que se trata de un negocio de alto riesgo, baja rentabilidad y gran sacrificio personal.

