Carlos Tena tuvo que jubilarse de forma anticipada después de haber cotizado durante 41 años a la Seguridad Social. A los 61 años se quedó en paro y, pese a seguir buscando trabajo, no logró reincorporarse al mercado laboral, lo que acabó llevándolo a adelantar su jubilación cuatro años antes de la edad ordinaria.
A pesar de haber trabajado desde los 15 años, en la actualidad percibe una pensión con una penalización del 28% por haberse jubilado antes de los 65 años, una reducción que se aplica de manera permanente sobre la cuantía de su prestación.
Durante sus primeros años profesionales, Carlos compatibilizó trabajo y estudios. Estuvo empleado en una empresa mientras cursaba peritaje mercantil, aprovechando que tenía turno de mañana para dedicar las tardes a su formación. Sin embargo, tras seis años en la compañía, la situación cambió de forma drástica. “Llegó una crisis de despidos y en el primero no me tocó, pero en el segundo sí”, recuerda. Aquella salida forzosa lo llevó a pasar nueve meses en paro hasta que encontró una nueva oportunidad laboral, así lo cuenta en un vídeo publicado en el canal de YouTube de la Asociación ASJUBI40.
Casi treinta años en Cordoníu
Fue entonces cuando entró a formar parte del grupo Codorníu, donde desarrolló la mayor parte de su trayectoria profesional, "28 años en total”, explica.
Dentro de la empresa ocupó distintos puestos y fue asumiendo más responsabilidades. “Empecé en logística, después estuve como adjunto con dos directores comerciales y también de adjunto con el controller”. Durante esos años también cursó un máster en Marketing, lo que le permitió crecer dentro de la compañía.
“Empecé desde abajo, primero como Marketing Assistant, luego como jefe de producto y finalmente ascendí a brand manager”, detalla.
El desempleo a partir de los 50 y el cierre de puertas
Pese a su experiencia y formación, la llegada de una nueva crisis volvió a cambiar su situación laboral. “Llegó la crisis y como muchas empresas se aprovecharon de la situación, despidieron a la mitad de la plantilla del departamento y lo sustituyeron por gente joven a mitad de precio”, denuncia.
En ese momento, Carlos tenía 52 años. Desde entonces, encontrar trabajo se convirtió en una tarea prácticamente imposible. “Estuve en el paro y no paraba de solicitar empleos tanto a empresas como en agencias y todo eran buenas palabras, pero nada de nada”, relata.
Gracias a la prestación por desempleo pudo mantenerse durante un tiempo. “Pude ir tirando hasta el 2016”. Más adelante, un amigo decidió ayudarle ofreciéndole trabajo en su pequeña empresa. “Un amigo, dándose cuenta de mi situación económica me contrató porque tenía una pequeña empresa”.
Sin embargo, la situación volvió a torcerse. “Con tan mala fortuna que al cabo de un año tuvo que cerrar la empresa y sintiéndolo mucho tuvo que despedirme”, explica.
Jubilación anticipada y recorte en la pensión
A los 61 años, Carlos volvió a quedarse en paro y sin alternativas reales. “En aquel momento mi única solución, la única opción que me quedaba era la jubilación anticipada”, asegura. Una decisión que, insiste, no tomó por voluntad propia. Aclara que no solicitó la jubilación porque no quisiera trabajar, “sino sencillamente porque a esa edad y mucho antes estás muerto profesionalmente”.
La Seguridad Social aceptó su solicitud, pero con una condición clara: “Me serían aplicados unos coeficientes reductores del 28% de mi jubilación”. Estos coeficientes se aplican a quienes se jubilan antes de la edad ordinaria y reducen de forma permanente la cuantía de la pensión.Ante esta situación, Carlos no oculta su indignación. “Yo me pregunto ¿esto es justo? Rotundamente no”, afirma.
“No es justo que alguien por llegar a los 65 años teniendo 35 años cotizados perciba el 100% de su pensión y yo que he cotizado 41 años vea reducida mi jubilación un 28%. Fuera los coeficientes reductores”, concluye.

