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Me despidieron a los 59 años, pero no estaba listo para jubilarme: Empecé mi propio negocio de chapuzas para seguir ocupado

Bob Major tiene 66 años y fue despedido a los 59 años tras una década trabajando en servicios financieros.

Bob major en su taller
Me despidieron a los 59 años, pero no estaba listo para jubilarme: Empecé mi propio negocio de chapuzas para seguir ocupado |Business Insider
Antonio Montoya
Fecha de actualización:
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Un jubilado fue despedido a los 59 años de su empresa de toda la vida, dedicada a los servicios financieros, pero no estaba preparado para la jubilación por lo que necesitaba seguir trabajando. Al no encontrar trabajo por ningún lado, decidió montar su propio negocio de mantenimiento y chapuzas. Empezó cobrando muy poco pero a día de hoy ya solo trabaja 4 días a la semana.

Bob Major tiene 66 años ahora y vive en Glen Rock, Nueva Jersey. Fue despedido después de una larga carrera de una década en servicios financieros. “Sabía que se avecinaban despidos, pero todavía no sabía qué hacer después de que todo mi equipo y yo fuéramos despedidos en junio de 2018. Había estado trabajando durante décadas en un gran servicio financiero cuando nuestro departamento cerró”, recuerda Bob en una entrevista con Business Insider.

Empezó inmediatamente a buscar trabajo en otro lugar, registrándose en Facebook o LinkedIn incluso (herramientas que nunca antes había usado), pero no tuvo suerte. A pesar de esto, él no se sentía todavía preparado para el retiro.

“Aun así, sabía que no estaba listo para jubilarme. Había visto a gente jubilarse anticipadamente y aburrirse de hacer lo mismo día tras día. Vi a otros convertirse en una sombra de lo que fueron porque no sabían qué hacer con ellos mismos en la jubilación. Quería mantener mi mente y mi cuerpo activos”.

Después de casi un año buscando trabajo, él empezó a plantearse abrir su propio negocio, algo que (como explica él mismo) siempre había querido hacer. Pensó en qué podría ofrecer y cayó en la cuenta de que era muy “manitas” en casa, resolviendo pequeños arreglos. Además, tenía un garaje lleno de herramientas. La idea fue clara: montar un servicio local de manitas.

“Empecé a pensar en abrir mi propio negocio, algo que siempre había querido hacer.”

Empezó su propio negocio

Para arrancar, solicitó una licencia de contratista de cien dólares (no había examen), contrató un seguro de responsabilidad civil por si había accidentes y formó una sociedad de responsabilidad limitada (LLC) porque no quería asumir responsabilidad personal. Para mayo de 2019, ya estaba en marcha.

Publicó un anuncio en Facebook, en la página de un grupo local, y poco después recibió la llamada de alguien que le pidió cambiar la tapa del inodoro. Cobró treinta y cinco dólares. Ese primer cliente dejó una reseña excelente: “Era amable y muy educado.”

Al día siguiente empezaron a llegar más llamadas: colgar cuadros, estanterías y televisores, instalar buzones y camas elásticas. “Las llamadas me llegaban a raudales”, recuerda con asombro este sexagenario. En cuestión de semanas estaba haciendo entre cinco y seis trabajos al día, seis días a la semana.

Al principio cobraba muy poco

Al principio no volvía a casa con mucho dinero porque cobraba muy poco.

“Fue un gran obstáculo que tuve que superar.”

Buscó en internet cuánto cobraban los contratistas habituales, subió sus precios y ahora le pagan una tarifa razonable. “Ahora me pagan una tarifa razonable", cuenta sobre cómo ha ido evolucionando su salario. Aunque valora cobrar bien, insiste en que el trabajo va más allá del dinero.

“Me encanta interactuar con la gente y ayudarla.”

Cuenta que, a menudo, quien llama le dice que su pareja no tiene ni idea de cómo afrontar uno de esos pequeños arreglos, o que tienen trabajos muy ajetreados y simplemente no tienen tiempo. “Ahí es donde entro yo”, explica Major.

Tras haber trabajado antes en un empleo estresante, viajando hasta tres horas cada día desde y hacia la oficina en la ciudad de Nueva York, este cambio ha sido más que bienvenido: ahora todos los trabajos son locales.

Aunque hay otros manitas, cree que muchos fallan en la atención al cliente. A él, los clientes le repiten lo mismo una y otra vez: “Estamos muy agradecidos de que nos devuelvas la llamada; no conseguimos que otros contratistas den seguimiento a los presupuestos ni que contesten el teléfono.”

Ahora trabaja cuatro días a la semana

Cinco años después de montar el negocio, decidió reducir el ritmo. Ahora solo trabaja cuatro días a la semana. No tiene un plan cerrado para el futuro: prefiere disfrutar del equilibrio que ha construido.

“Poder relajarme con mi esposa, ganar dinero y mantenerme ocupado.”

Defiende que emprender cerca de la edad de jubilación es una excelente opción. A medida que se envejece, dice, uno se vuelve más prescindible: se tiene más experiencia, sí, pero también se es más costoso que los trabajadores más jóvenes.

“Estamos a merced de las grandes empresas, y una vez que desaparecen, es extremadamente difícil encontrar trabajo”, admite el pobre jubilado. Por eso, crear tu propio negocio y ser tu propio jefe ofrece una alternativa real a la jubilación: seguir trabajando sin que te den órdenes.

“Al crear tu propio negocio, como lo hice yo, existe una alternativa a la jubilación, una manera de seguir trabajando en tus propios términos.”