Nvidia volvió a presentar resultados históricos en el último trimestre, con ingresos de 46.700 millones de dólares, un 56% más que un año antes, y un beneficio que creció un 59%. Aun así, sus acciones retrocedieron en Wall Street, con bajadas cercanas al 5%, y vuelve a salir a debate si la inteligencia artificial atraviesa una fase de sobrecalentamiento bursátil.
La compañía californiana, cuya capitalización supera los cuatro billones de dólares, se ha convertido en el emblema de la carrera global por dominar el negocio de la inteligencia artificial. Sus chips son pieza central en los centros de datos y en las infraestructuras de cómputo que requieren gobiernos, universidades y grandes tecnológicas.
Ahora, los analistas señalan riesgos que van en aumento y van desde las restricciones comerciales a China impuestas por la Administración Trump, que obligan a vender versiones alternativas de sus semiconductores, hasta la posibilidad de que sus principales clientes desarrollen procesadores propios para reducir la dependencia de Nvidia.
Una posible burbuja tecnológica
Las valoraciones desorbitadas alimentan las comparaciones con la burbuja puntocom de los años noventa. “Ya estamos en plena burbuja”, advirtió Sam Altman, consejero delegado de OpenAI, en declaraciones recogidas por El País. Un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts añade que el 95% de las empresas que han invertido en IA generativa aún no obtienen retornos. Otros expertos, como Lale Akoner, analista de mercados de eToro, explican que, “aunque las valoraciones son elevadas y el optimismo es abundante, las características de la manía absoluta, es decir, la euforia universal o la compra indiscriminada, aún no son dominantes”, según la misma información.
No todos piensan igual y gestoras como Tesys o analistas de Bank of America señalan que las grandes tecnológicas mantienen negocios sólidos y diversificados que sostienen su cotización. Microsoft, Amazon y Alphabet invierten de forma masiva en servicios en la nube, mientras que Nvidia conserva más del 80% de cuota en la construcción de la infraestructura de IA global. “Más allá de la inteligencia artificial, se trata de negocios robustos y con fuertes ventajas competitivas”, sostiene Antonio Fernández Quesada, director de inversiones de Tesys.
El mercado, no obstante, comienza a mostrar exigencias más altas. Las expectativas de crecimiento obligan a estas compañías a sostener incrementos de dos dígitos durante varios años para justificar su valoración. Xavier Brun, profesor de la UPF-BSM, recuerda que la IA impacta también en sectores energéticos e industriales, donde algunas firmas han multiplicado su capitalización en pocos meses. A su juicio, no existe aún una euforia generalizada, pero sí múltiplos que anticipan un fuerte crecimiento a medio plazo.
Mientras tanto, otros fabricantes de semiconductores aparecen en el radar de los inversores. Según Bloomberg, compañías como Micron Technology, Coherent, Applied Materials, GlobalFoundries o Microchip Technology cuentan con potenciales de revalorización superiores al 15%, frente al 15% que los analistas otorgan a Nvidia en promedio.
La historia bursátil recuerda que la línea entre revolución tecnológica y burbuja financiera resulta difícil de trazar. Amazon sobrevivió al estallido de las puntocom y Tesla desafió a los escépticos con su modelo eléctrico. Nvidia aspira ahora a ocupar ese lugar, en un contexto en el que la inteligencia artificial promete transformar la economía global, pero también exige a los inversores diferenciar entre expectativas desmedidas y negocios con fundamentos sólidos.

