El tener una administración de Lotería siempre ha sido visto como un negocio seguro con el que se ganaba mucho, por simplemente tener la suerte de tener una licencia. La realidad es que no es así y de hecho muchos loteros apenas sobreviven, ya que además de tener las comisiones congeladas durante más de 20 años, el gobierno les impiden cobrar los premios de más de 2.000 euros. En resumen, menos ingresos y más gastos.
José Pastor es dueño de una administración de lotería y en una entrevista para el canal de Adrían G. Martín explica la realidad de tener una administración de Lotería en España. Este explica las comisiones congeladas a lo que hay que sumar la gran competencia que se multiplica con los puntos mixtos y las ventas por internet.
“Muchos creen que tener una administración de lotería es vivir bien”, relata. “Pero esto ya no es un negocio rentable. Vivimos para el Estado y con comisiones que son una broma”.
Para entender mejor la problemática, este la resumen en una sencilla frase. “De un décimo de 20 euros nos quedan noventa céntimos. Todo lo demás se lo lleva el Estado. Y de ahí todavía hay que pagar alquiler, autónomos, seguridad y empleados”. Habla con naturalidad, pero también con un cansancio evidente.
“De un boleto de Euromillones de 2,5 euros solo ganamos 10 céntimos”
El lotero recalca que todo su beneficio proviene de las comisiones y que no existe ninguna otra fuente de ingresos. “En Navidad la comisión ronda el 5%”, explica. “Pero en muchos juegos no llegamos ni a eso. Pone también el ejemplo de los Euromillones, donde un boleto de 2,5 euros apenas deja diez céntimos. Y encima nos exigen el nivel más alto de seguridad”. Una cristalera blindada, un sistema de alarma certificado, cámaras y una caja fuerte especial. “Todo vale dinero. Mucho dinero. Y mientras los puntos mixtos no necesitan nada de esto”.
Los puntos mixtos son bares, estancos o papelerías que venden lotería sin asumir los costes de seguridad que se imponen a las administraciones tradicionales. “Cobran lo mismo que nosotros”, insiste. “Y encima tienen otro negocio con el que compensan. Nosotros no”.
Pastor explica que la situación que muchos compañeros se comparten. “El Estado te presta un millón en décimos. Si no lo vendes, lo devuelves. Si lo pierdes, lo pagas. No hay opción. No hay disculpas. No hay nadie que te respalde”. Relata que cualquier error administrativo, cualquier devolución fuera de plazo o cualquier incidencia se abona de su bolsillo. “Trabajamos para Hacienda, pero sin condiciones ni apoyo”.
La pandemia dejó claro este desequilibrio. “Muchos tuvieron que pedir créditos ICO para pagar el papel, las nóminas o la luz. Era eso o cerrar. Y aun así seguíamos ingresando al Estado todo lo recaudado”.
“La venta por internet y las apps nos están quitando el pan”
Además del coste y la responsabilidad, la competencia crece. “Antes había una administración por barrio. Ahora hay mixta en cada esquina”. El lotero también señala el auge de las ventas digitales. “Cada poco sale una aplicación nueva. Algunas reparten las ventas entre un grupo limitado de administraciones. El resto nos quedamos fuera”.
El negocio físico pierde potencia, mientras que los hábitos de compra cambian. “Los jóvenes ya no vienen al mostrador. Compran todo por el móvil”. “Montar una administración cuesta más de 50 mil euros. Y un traspaso puede llegar a 400.000 euros”.
El dueño explica que abrir una administración exige un local adaptado, seguridad nivel 3 y un sinfín de obligaciones. “Con menos de 50 mil euros no empiezas”. Los traspasos dependen de la facturación. “Una administración con 140.000 euros en comisiones se traspasa por 400.000. Pero eso no significa que ganes ese dinero. Significa que es lo que produce”.
Aun así, el margen sigue siendo escaso. “No te vas a hacer rico. No vas a tener un Ferrari. Vas a vivir. Con suerte”. “El futuro es incierto. Las administraciones vamos cuesta abajo”
“Loterías nos aprieta más cada año. No tenemos una asociación fuerte que nos defienda. Cada uno va por libre. Los mixtos van todos juntos. Nosotros no”. La paradoja es evidente. “Vendemos ilusión”, dice. “Pero nosotros sobrevivimos con céntimos”.

