La agricultura española se enfrenta a una de las realidades más complejas de su historia reciente. Los bajos precios en origen, la presión de los intermediarios y la creciente dificultad para lograr que el negocio sea rentable hacen imposible el relevo generacional que aseguraría la continuidad de la agricultura, un pilar fundamental de la economía y la identidad rural.
Aunque siempre hay excepciones que devuelven la esperanza al rejuvenecimiento del campo, como es el caso de los Ramírez, tres generaciones de viticultores en La Rioja que reflejan el reto al que se enfrentan para continuar con el legado familiar.
El amor frente a la precariedad
Abuelo, hijo y nieto; trabajadores de la vendimia de San Vicente de la Sonsierra, en La Rioja, son tres generaciones de viticultores que, en plena campaña agrícola, han relatado el esfuerzo y las dificultades a las que se enfrentan día a día por mantener su pasión a esta profesión y el respeto que tienen a la viña, como han declarado en una entrevista en el programa ‘La Linterna’ en COPE.
"Primero nos lavábamos los pies, nos metíamos al lago y empezábamos a pisar. Nos metíamos dos, uno pisaba y el otro echaba la uva arriba, haciendo una pared", ha rememorado con nostalgia Ángel Ramírez que, a sus 83 años, recuerda cómo era el trabajo antiguamente cuando la maquinaría era escasa.
“Quiero tener mis viñas y elaborar mis propios vinos”
Julen Calvo Ramírez, tiene 24 años, es el nieto de Ángel, representa la tercera generación y las ilusiones de continuar en un futuro con el viñedo. Él trabaja como segundo enólogo en una bodega, pero sueña con tener la suya propia.
"Mis tíos sí que tienen viñas, pero mis padres no, y lo que me va a tocar a mí, es ir construyendo lo que quisiera tener: mis viñas y elaborar mis propios vinos”, afirma. Para él, su abuelo ha sido su inspiración, donde ha encontrado un guía para consolidar su camino como agricultor: "es una persona muy valiente que nunca se queda atrás”.
La rentabilidad no garantiza su persistencia
La realidad económica choca con las expectativas de los jóvenes que sí que apuestan por la subsistencia del campo, aunque cada vez son menos los que eligen este camino. David Ramírez (45), tío de Julen, es tajante: “que mi sobrino, por ejemplo, mis hijos vivan de la agricultura, va a ser imposible. Estamos entrando en un bucle y no nos damos cuenta de que esto se acaba".
"No podemos estar trabajando continuamente a pérdidas porque nadie trabaja perdiendo dinero, o sea, es imposible" añade David. Este año la cosecha en La Rioja se prevé de buena calidad. Sin embargo, el mildiu, ha complicado el año: “con unos gastos que se nos han ido de las manos y un esfuerzo increíble” expresa con pesar. Esto se suma al desamparo de las bodegas: “nos siguen dando la espalda”, ya que no les pagarán lo que vale su trabajo, con precios que apenas alcanzan 1 euro por kilo de uva.
Pese al duro panorama, la familia Ramírez mantiene los ánimos para recoger una uva excepcional en esta campaña de la vendimia riojana.

