A miles de kilómetros de distancia, pero España, como el resto de la Unión Europea y gran parte del mundo, también toma partido en la guerra desatada en Ucrania tras la invasión militar de Rusia. Sus consecuencias económicas, no tan afiladas como para otros países, traspasan fronteras con secuelas que ya se hacen sentir en los bolsillos de los consumidores, comprometidos ya de por sí por el contexto.
La reactivación de la economía nacional y continental en la nueva normalidad llegó a contrapié. La limitada oferta tras los confinamientos no fue capaz de corresponder las excesivas demandas. Sobre todo, en cuanto a materias primas básicas para generar la electricidad o los carburantes, estabilizadas en cifras históricas desde prácticamente el final del verano, y cuyos sobreprecios acaban por contagiarse en cadena a otros productos y servicios.
¿La consecuencia? Un creciente aumento del coste de vida y la consecuente pérdida progresiva de poder adquisitivo. Una polémica en primera línea del escaparate informativo y en la que se reclama una inadecuada revalorización tanto de las pensiones como los salarios, por ir más despacio que la inflación al calibrarlo según el IPC medio anual. Los españoles, en resumen, pierden el dinero del sobrecoste de productos y servicios básicos para vivir como el combustible, la luz o los alimentos. Y lo seguirán haciendo a corto y medio plazo.
¿Cómo afecta la guerra de Ucrania a España?
Como afirma BBVA Research, el servicio de estudios del banco vasco, España posee una “exposición directa limitada a Rusia y Ucrania” en cuanto a la economía. Pero sí posee “sectores importantes para la cadena de producción como la energía o la alimentación” en las relaciones comerciales entre los tres países. Inversiones, importaciones de bienes y servicios…pero sobre todo, petróleo y gas y las sanciones que se preparan.
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— BBVA Research (@BBVAResearch) April 12, 2022
Estos dos últimos son dos de los grandes causantes de la mayor ralentización prevista de la recuperación económica, a tenor de los datos del informe, que evidencian una revisión a la baja del crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 4,1% en 2022 y del 3,3% en 2023, después de expandirse este 2021 un 6,1%.
“La incertidumbre es muy elevada”, indica el informe ‘Situación España’ que apunta a otros riesgos para la economía como los cuellos de botella del sector transportes, que resta una décima al PIB, o la volatilidad de los mercados financieros, que lo hace en ocho décimas. Lejos del incremento del precio de la energía, el gran causante, al quitarle al PIB un 3,7%.
La subida de la electricidad y la gasolina afectan también a otros productos básicos como los alimentos. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la cesta de la compra es casi un 10% más cara por ese 9,8% en el que cerró marzo la inflación. Según las previsiones, por tanto, los hogares españoles gastarán casi 500 euros más en productos básicos.
La esperanza reside en que continúa manteniéndose fuerte la afiliación a la Seguridad Social, en políticas públicas efectivas que palien los efectos de la guerra y la inflación y en la capacidad de ahorro, que tenderá a maximizar el consumo privado. También consideran claves medidas fiscales selectivas para los más afectados, como pudieran ser el bono social eléctrico, pero para los alimentos.
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