La reunión imprevista y de urgencia que convocó la pasada semana el Banco Central Europeo (BCE) ha supuesto un ‘boom’, no solo en la política monetaria europea, si no en la generalidad de la economía continental. La descontrolada inflación ha obligado al máximo organismo monetario de la eurozona a tomar las riendas y dejar de ver los acontecimientos desde la trinchera. Es el fin de la época conocida como la del dinero barato.
“Espero que las compras netas bajo el programa APP terminen muy temprano en el tercer trimestre. Esto nos permitiría una subida de la tasa en nuestra reunión de julio, en línea con nuestra orientación a futuro”, señalaba Christine Lagarde, presidenta del organismo, en la propia web del BCE, en referencia a las dos subidas de los tipos de interés que planean, una en julio y otra en septiembre.
Lagarde: Inflation has risen further, reaching 8.1% in May, reflecting in part the rise in energy and food prices. We have revised our projections significantly and see inflation remaining elevated for some time, declining towards our target in 2024. pic.twitter.com/ZpRpLCFZvl
— European Central Bank (@ecb) June 20, 2022
Asimismo, la presidenta de la institución señala que, sobre la base de la perspectiva actual, es probable que la entidad esté en condiciones “de salir de las tasas de interés negativas para finales del tercer trimestre”. En otras palabras, en septiembre. Para Lagarde estas medidas extraordinarias dirigidas a ajustar son apropiadas ante las pesimistas previsiones a corto plazo sobre la inflación.
Cambios en la política monetaria del Banco Central Europeo
“Esto no constituiría un endurecimiento de la política monetaria; más bien, dejar las tasas de política sin cambios en este entorno constituiría una relajación de la política, que actualmente no está justificada”, explica Lagarde ante lo publicado por los medios de comunicación.
Para la dirigente francesa, este proceso de calibración será una evaluación continua: “Si vemos que la inflación se estabiliza en un 2% a mediano plazo, será apropiada una mayor normalización progresiva de las tasas de interés hacia la tasa neutral”.
Es decir, si los efectos ante los cambios impuestos en julio acaban resultando positivos, Lagarde ha avanzado que las tasas oficiales se elevarán progresivamente por encima de la tasa neutral. Aunque la presencia de choques de oferta negativos, como lo ha calificado, insta a la prudencia.
“En tal escenario, existen argumentos a favor del gradualismo, la opcionalidad y la flexibilidad a la hora de ajustar la política monetaria”, asegura, al tiempo que avanza que es posible que surjan nuevas herramientas o medidas con tal de suavizar el contexto económico.
- Fin de la compra de deuda masiva y en cualquier condición. La inflación provocará que se endurezcan las condiciones para que el BCE compre deuda a los países.
- No habrá tipos de interés cero. El delicado contexto económico también provocará que los porcentajes de interés asociados a las compras de deuda no sean tan benévolos. Se hará de forma progresiva. Se prevé una subida del 0,25 puntos básicos para el mes de julio y otra para septiembre, a la espera de cuantificar según los progresos obtenidos.
El 8 de septiembre, la fecha clave
Después de que el Consejo de Gobierno del BCE ejecute esa primera subida de 0,25 puntos en la reunión prevista para el 21 de julio, ese será el ‘día D’ para conocer si vuelven a subir los tipos de interés, a la vuelta de las vacaciones de verano. Muchos, como el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, afirma que la medida de julio llegaría tarde para hacer frente a la inflación. El camino marcará los pasos.
Consecuencias de las subidas de los tipos de interés
- Suben las hipotecas. Al elevarse los tipos de interés, también lo hace el Euribor como uno de ellos. Se espera que con las previsiones actuales aumenten en 300 euros las cuotas anuales hipotecarias.
- Frenazo al consumo. Si los bancos tienen que pagar más para prestar dinero, también serán más caros los préstamos que haga. Un freno, de esta manera, a las inversiones.
- Créditos al consumo y para empresas más caros. Afectará a la actividad empresarial. Es debido recordar que el 99,8% de las empresas en España son pymes.
- Aumentará la prima de riesgo. Algo que podría provocar que los inversores desconfían de España.
- Incremento de la deuda pública del Estado en cerca de los 6.400 millones de euros.
- Aumento de la morosidad.
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