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Las playas españolas y francesas se cierran al tabaco y hasta los no fumadores salen en contra de la ley: “No fumo, pero esto viola la libertad”

Francia veta el cigarrillo en playas y parques en plena ola de calor con multas de hasta 750 euros, mientras España prepara una prohibición similar en terrazas y piscinas que el 70% de los ciudadanos rechaza por “dañar la convivencia y el turismo”.

Dos mujeres fumando en una playa
Las playas españolas y francesas se cierran al tabaco y hasta los no fumadores salen en contra de la ley: “No fumo, pero esto viola la libertad” |Archivo
Francisco Miralles
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Prohibido fumar bajo el sol. Francia ha convertido sus playas en territorio libre de tabaco con una batería de multas de hasta 750 euros para quien encienda un cigarrillo en la arena, los parques o una parada de bus, algo similar a lo que busca imponer el Ministerio de Sanidad, liderado por Mónica García en España. Lo que en teoría debería ser un paso adelante para la salud pública y el medio ambiente ha encendido, nunca mejor dicho, una tormenta de indignación. “¡Es ridículo, ya no tenemos libertad!”, protesta Sandra, fumadora de Palavas-les-Flots, mientras apaga su cigarrillo a escondidas, según recoge el diario local Hérault Tribune.

Pero no solo a fumadores molesta esta medida, ya que hasta quienes no fuman lo ven como un ataque al derecho a decidir: “No soy fumadora, pero esto es una violación de la libertad”, resume Inès, vecina de Narbonne.

La escena se repite en el sur francés, en mitad de una ola de calor histórica, como detalla el reportaje publicado en La Dépêche, donde los veraneantes boquiabiertos ante el decreto publicado el 28 de junio, policía que promete controlar lo imposible (90 kilómetros de playa en el Hérault) y un país partido entre la “ecología necesaria” y la “infantilización” ciudadana. “Nos tratan como niños. Si hay niños cerca, me aparto. ¿Por qué el Estado nos molesta en lugares públicos?”, lanza Lambert, cigarro en mano. Otros ni siquiera saben cuánto arriesgan: la sanción oscila entre 135 y 750 euros. Lo único seguro es que “la batalla es entre la libertad individual y la ecología”, reconoce Mathieu, camarero de Palavas.

El Gobierno aprieta... pero no convence

El Gobierno francés defiende la medida con cifras demoledoras: cada año se abandonan entre 20.000 y 25.000 toneladas de colillas en las playas, una sola puede contaminar hasta 500 litros de agua, y el tabaco mata a 75.000 personas al año en el país. El objetivo es, dicen, “desnormalizar el tabaco y proteger a los jóvenes”, ya que el 90% de los fumadores empieza antes de los 18.

Sin embargo, la propia distribución de la playa hace que la distancia entre toallas sea mucho mayor que la que separa las mesas en una terraza, por lo que la exposición al humo ajeno resulta mínima y el argumento del “fumador pasivo” pierde peso frente a la contaminación ambiental.

Además, la incredulidad crece entre muchos usuarios al prohibirse también el vapeo y los sistemas de tabaco calentado, que no generan colillas, residuos ni fumador pasivo. “No tiene sentido que se prohíba vapear en la playa, cuando estamos al aire libre, sin residuos ni riesgo para los demás”, protestan algunos bañistas consultados.

Poner en el mismo saco el tabaco de combustión y los dispositivos electrónicos, insisten, solo alimenta la sensación de que la norma va más allá de la lógica ambiental y se convierte en un castigo social. Pero ni el dato ni la multa apagan el malestar: “La policía nunca podrá controlarlo”, se resigna Murielle, profesora que ve imposible vigilar toda la costa.

España sigue los pasos de Francia, pero el 70% rechaza prohibir fumar en terrazas

La polémica cruza los Pirineos. El Ministerio de Sanidad español prepara una reforma que prohibiría fumar y vapear en terrazas y piscinas. La reacción, unánime: el 70% de los españoles rechaza la prohibición directa y prefiere la concienciación antes que nuevas restricciones, según una encuesta de Hostelería de España. Incluso los no fumadores consideran la medida excesiva. “Hablamos de espacios clave para la vida social y económica del país”, advierte la patronal del sector. El 62% teme que el veto dañe la imagen turística de España y el 85% augura un “efecto rebote”: los fumadores, lejos de dejar el hábito, lo trasladarán a la calle o a reuniones privadas, agravando los problemas de convivencia y limpieza.

El miedo al impacto económico es real, ya que las terrazas, en regiones turísticas o de clima suave, son vitales. “Prohibir sin consenso es un golpe a bares, empleo y turismo”, remata la patronal. El precedente francés es claro, pues París tuvo que dejar fuera a la hostelería en su última ampliación de espacios libres de humo.

¿Prohibir o educar? Ni los expertos se ponen de acuerdo

Mientras el Gobierno insiste en que “no existe el tabaco saludable” y que “ningún dispositivo alternativo reduce la adicción”, el debate en la calle y las playas no hace más que crecer. En Reino Unido, por ejemplo, el vapeo se promueve como vía para dejar de fumar; aquí, ni eso. Más de la mitad de los españoles no ve necesaria la prohibición, y el 72% de los fumadores reconoce que no cambiará sus hábitos.

El control, además, es una quimera: “Con tanta costa, la policía nunca podrá controlarlo. Las prohibiciones sólo funcionan con educación”, opina Annick, exfumadora.

El resultado es un país dividido, dentro y fuera del agua. ¿Hasta dónde debe llegar el Estado en nombre de la salud? ¿Vale todo para proteger el medio ambiente? ¿Y si la prohibición termina por fracturar la convivencia en vez de mejorarla? Por ahora, las playas se quedan sin humo… pero la polémica apenas ha empezado.

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